miércoles, 20 de febrero de 2013

El Impostor- Capitulo 4


Se puso de pie con la misma elegancia con que el joven Nick lo hubiera hecho, y movió la mesa. Ella no se asustó ni se movió. Sola mente estrechó con fuerza la delicada taza entre sus manos y siguió sentada, mirándole.
Él apoyó las manos en el mantel de lino a la altura de Miley y se inclinó sobre ella. Demasiado cerca. Se descubrió a sí misma conteniendo la respiración; no estaba dispuesta a respirar el mismo aire que Nick.
—¿Por qué me tienes miedo, Miley?
Estaba demasiado cerca. Podía ver los rulos  dorados de su pelo castaño, las vetas de color verde de sus ojos azules. Tan cerca que hasta olía el café en su aliento, la nieve derretida, el suave aroma del champú. Le miró a los ojos, y por un momento pensó en Nick tiempo atrás, mucho tiempo atrás.
—Yo no te tengo miedo —respondió ella.
—¿Tienes miedo de que vuelva a quitarte el sitio?. ¿De que Sally me quiera más que a ti? ¿De ser de nuevo excluida?
Soltó la taza, consciente de que en cualquier otro momento habría destrozado la frágil porcelana entre sus manos. Se reclinó sobre el respaldo, apartándose de él, y curvó sus labios sonriendo de esa manera fría e insensible que había perfeccionado hacía ya años.
—Aparte del bienestar de Sally —manifestó Miley—, no hay nada más que me preocupe.
—De pequeña no eras tan angelical —dijo él—. Recuerdo que te pasabas el día gimoteando y tratando de seguirme. ¿Cuándo decidiste tomar carrera para convertirte en la próxima Madre Teresa?
—¡Déjame en paz! —No pudo evitarlo; las palabras brotaron de sus labios con rabia y firmeza.
Eso era lo que él quería. Su sonrisa se hizo más amplia; ella tuvo ganas de pegarle. Miley puso las manos en su regazo y mantuvo la espalda erguida mientras él se alejaba.
—Te han entrenado bien, Miley —murmuró—. Han hecho contigo lo que nunca pudieron hacer conmigo.
—¿El qué?
—Te han convertido en uno de ellos. Te han sorbido el seso y el alma. —Sacudió la cabeza—. ¡Qué lástima no haberte llevado conmigo cuando huí!
—Has olvidado algunos detalles que deberías recordar, Por aquel entonces yo sólo tenía trece años.
—Es cierto —dijo él en voz baja—. Lo que no significa que no supieras besar.
Miley notó que perdía el color de la cara. Era imposible que lo supiera. Nadie podía saberlo.
—¿A qué... a qué te refieres?
El se dirigió hacia la puerta abovedada.
—Será mejor que vaya a ver cómo está mi madre. La he echado de menos más de lo que me imaginaba.
—No has contestado a mi pregunta. — Miley se puso de pie y apoyó las manos sobre la mesa para que él no viera que estaba temblando.
—No, no lo he hecho. —Sonrió con dulzura—. Tendrías que llamar a Warren y Patsy y decirles que vinieran. Tal vez se les dé mejor que a ti desenmascarar al impostor.
Y se fue antes de que ella pudiese pronunciar palabra.
—¿Qué demonios pasa aquí? —Warren Jonas entró vociferando en la pequeña biblioteca, decorada a la perfección, y procedió a intimidar a Miley.
Con aparente tranquilidad ésta cerró el talonario de tapas de cuero. El temperamento arrogante y bombástico de Warren tenía la virtud de alterar siempre su estado de ánimo, pero hacía años que había aprendido a disimularlo. Warren era el tipo de hombre que se crecía en las debilidades ajenas, y Miley disponía del suficiente sentido común para no mostrar las suyas más de lo necesario.
—Te he llamado —dijo ella, mirándole—, pero ya habías salido.
—Me ha llamado Sally en plena maldita noche —dijo Warren bruscamente, incluso de peor humor que de costumbre—, para contarme no sé qué ridícula historia sobre la reaparición de Nick. ¿Dónde está?
—No le he visto desde esta mañana. He estado aquí trabajando.
—Debe haberle pillado una tormenta de nieve de camino a casa. Yo he tardado una eternidad en llegar. Así pues, ¿qué opinas?
Warren no era un hombre que se interesara normalmente por la opinión de otros, en especial por la suya.
—¿Qué opino de qué?
—¡No seas obtusa! ¿Qué opinas del hijo pródigo? ¿Es él realmente?
—¿Y quién iba a ser sino? —dijo Miley con precaución.
—Un impostor. Todos supusimos que Nick estaba muerto, que había muerto hacía años. Hay mucho dinero en juego; cualquiera podría intentar quedárselo. ¿Le has hecho alguna pregunta? ¿Le has pedido alguna prueba?
—No me considero la más adecuada para hacerlo. Tía Sally le cree, y está más feliz de lo que ha estado en años. No voy a ser yo quien le diga ahora que se trata de un impostor.
—Pero piensas que lo es —afirmó Warren con astucia.
Miley le miró. Warren, de casi setenta años, era un hombre atractivo, claro que los Jonas no habían sido bendecidos únicamente con un tremendo encanto físico sino además con dinero. Era un soltero de oro más preocupado por su apariencia y sus posesiones que por cualquier otra cosa. Iba vestido, cómo no, con un traje gris de Armani y a pesar de ser ya un poco mayor para llevarlo, su aspecto se guía siendo elegante e intachable.
Nunca había sido un hombre que fomentara la intimidad y ella no estaba de humor para confiarle sus dudas.
—No lo sé —respondió Miley, mintiendo. Warren sacudió la cabeza.
—Tendré que ver al chico, hacerle un par de preguntas capciosas...
—Ya no es un chico.
Warren encogió sus hombros estrechos y pulcros.
—¿Dónde está? ¿Dónde puedo encontrar a la oveja negra?
—Probablemente estará con Sally. Ha ido a su habitación después de desayunar.
—¡Qué escena tan bucólica! Sally es una mujer inteligente. Detectará con facilidad a un impostor. La verdad no tardará mucho en salir a la luz.
—No —repitió Miley—, no tardará. —Pero algo le decía que no iba a ser tan sencillo.
—Bueno —dijo Warren, cada vez más impaciente—, ¿vienes con migo?
El día se iba volviendo más y más raro. Warren normalmente la trataba a caballo entre alguien con quien no se llevara bien y una criada de cierto rango, lo que de hecho describía bastante bien su posición en la familia Jonas. En el pasado no había requerido nunca su opinión o su compañía, había aceptado su presencia sin más.
Ella se levantó.
—Si quieres, sí.
—Conocías a Nick tan bien como cualquiera. Por así decirlo, creciste con él. Tal vez adviertas algo sospechoso en su historia.
La idea no resultaba muy tentadora. El hombre que estaba con tía Sally era un mentiroso y un farsante, sin embargo Miley no tenía precisamente ganas de ser portadora de malas noticias. La tarea de desenmascararlo no era cosa suya sino de otro. Lo más importante era proteger a tía Sally ahora que su débil estado de salud le impedía protegerse a sí misma. La verdad y el dinero eran cuestiones secundarias.
Pero Warren estaba de pie junto a la puerta, prácticamente subiéndose por las paredes de impaciencia, y no era el mejor momento de hacerle frente. Ese momento llegaría con la inminente muerte de tía Sally, pero aún había que esperar.
La habitación de Sally estaba bañada de suaves sombras. Esta vez Miley no sacó precipitadas conclusiones macabras al verla dormitando tranquilamente en la cama de hospital que había sido instalada meses atrás. Esta vez no echó de menos la silueta tumbada sobre el diván victoriano de terciopelo verde pálido, leyendo reposadamente.
Warren se aclaró la garganta con imponente majestuosidad, y tía Sally se despertó de golpe. El hombre que se hacía pasar por Nick no se movió, se limitó a levantar la cabeza para mirarles con absoluta indiferencia.
—Warren. —No era de extrañar que tía Sally sonara más resigna da que entusiasta. Sentía cierto cariño por su hermano menor, pero no mucho más—. Tu sobrino ha vuelto.
—Eso parece —dijo Warren en tono deliberadamente poco efusivo, aunque de todas formas nunca había sido un hombre dado a exteriorizar sus emociones—. Bienvenido a casa, Nick.
—Tío Warren. — una pizca de malicia en sus ojos al mirar a su tío? Claro está que el verdadero Nick siempre había tratado al arrogante de su tío con irónico menosprecio.
—¿Por qué no vamos al salón para no molestar a Sally? Como te puedes imaginar, quisiera que me respondieras a un sinfín de preguntas... —explicó Warren con suavidad.
—¡No! —La voz de tía Sally era sorprendentemente fuerte.
—No seas ridícula, Sally —protestó Warren—. Sólo quiero hacerle un par de preguntas al chico, concertar un par de pruebas médicas... Pura formalidad, por supuesto, pero es conveniente que seamos cautos. Después de todo han pasado dieciocho años, y aunque debo admitir que hay un ligero parecido, deberíamos tener algún tipo de prueba. Papeles, respuestas...
—¡No!  —exclamó Sally de nuevo, más calmada—. No dejaré que le examines de arriba abajo. ¿Acaso crees que no conozco a mi propio hijo? Podrían haber pasado cincuenta años y le seguiría reconociendo, sino con los ojos, con el corazón.
—Tus ojos no ven nada bien —le interrumpió Warren bruscamente—. Y dudo que tus abogados acepten esto sin ningún tipo de prueba.
—¡Que se jodan los abogados! —exclamó Nick en voz baja.
Tras la sorpresa inicial, Sally se rió.
—Eso es, Warren —dijo con un hilo de voz—. Ya has oído a mi hijo. Que se jodan los abogados.
—¡Sally! —Warren protestó, visiblemente alarmado, pero Sally le ignoró.
—Ven aquí, Miley —ordenó con el autoritario encanto que la caracterizaba—. Hoy casi no te he visto.
—Pensé que tal vez te apetecería estar un rato a solas con Nick. —Ni por un instante dudó, algo de lo que se sentía orgullosa, que Sally se creería la mentira con tanta facilidad.
Como recompensa obtuvo la brillante sonrisa de Sally.
—Hoy cenaremos todos juntos, los cuatro. Ahora mismo me siento asombrosamente fuerte, lista para comerme el mundo. ¿Por qué no acompañas a Nick a su habitación y te aseguras de que no le falte de nada? Desde que llegó anoche no ha tenido ni un momento para ocuparse de sus cosas.
—¿En qué habitación le instalo? —preguntó Miley, aunque ya lo había deducido.
—Dónde va a ser, Miley, en su antigua habitación, la que le ha estado esperando durante todos estos años. —Volvió su cabeza hacia el impostor—. La redecoré cuando amplié la casa, pero creo que te gustará igualmente. Si quieres cambiar algo, díselo a Miley y ella se encargará de todo.
Miley sintió que él la miraba; era una sensación desagradable.
—Además de ocuparse de cualquier cambio, ¿a qué se dedica Miley ahora? —Su madre no percibía el tono burlón de su voz. A Miley no se le pasó por alto. Y no pudo evitar enfadarse.
—Se ocupa de mí —respondió Sally—. Se ha portado de maravilla, Nick. Insistió en dejar su trabajo para cuidar de mí cuando volví a enfermar de cáncer. No podría haber tenido una hija mejor.
Los párpados del impostor se cerraron sobre sus ojos, atónitos.
—Me imagino que no —afirmó.
Miley sabía lo que él estaba pensando, aunque no lo dijera. Pensaba que había vuelto por dinero; que había dejado su piso de Boston y su carrera como asistenta social escolar y que había vuelto para cuidar a una anciana moribunda en sus últimos días de vida; a una anciana moribunda muy rica.
A fin de cuentas, por eso había venido él, ¿verdad? Y era una pérdida de tiempo insistir en que ella no tenía nada que ganar salvo la tranquilidad de conciencia.
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La compu se me apago y no encontraba el cargador LOL hahaha ya volvi, bueno esto es lo unico que les voy a poner... les iba a dejar un one shot pero... NO ENCUENTRO EL DOCUMENTO :@ mejor se los subo después

Bueno... ammm no se que más decirles.... LLEGUE A LAS 10.000 VISITAS :'D okya es que eso es mucho para mi... es más o menos lo que llevaba en el otro blog solo que con 50 y tantos seguidores en este solo tengo 29 :/ y por cierto bienvenidas a las nuevas lectoras :D

Y... ya no se que decir HOY ES EL PRIMER CONCIERTO DE LA GIRA DE LOS JB IUSGHVDBJKJFFHJN y México fue el primer país suydbhnjfybhjiu *-* aún que no vaya a ir yo :'( pero bueno... minimo no se olvidaron de la Paz y de comer chapulines (? ewww bueno besos comenten.

1 comentario:

  1. te odio!!!!
    solo dos capis?! estas loca o que sube otro no puedes dejarla ahiii enceriooo y mas cuando nick conoce a valerie y miley llevara a nick a su antigua habitacion seguro q tendran 1313 awww bueno me encantoo que emocion se siente tener a tus idolos en tu pais bueno besoos

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