viernes, 5 de abril de 2013

El Impostor- Capitulo 12


La figura seguía estando allí, mirando hacia el horizonte, esperando con una paciencia que parecía eterna. Y Miley no podía hacer nada salvo esperar también, temblando de frío.

El ruido de unos niños la despertó. Chillidos de regocijo, mientras una niñera bajaba sus bártulos a Lighthouse Beach para dar de comer a las gaviotas. Miley intentó moverse, pero se sentía revestida de hielo, sus huesos y sus músculos estaban congelados.

Aunque aún era muy temprano por la mañana, hacía sol. En lo alto las gaviotas revoloteaban y chirriaban de placer, y la marea estaba volviendo a bajar; llevándose consigo todo rastro del chico que en su lía fue Nick Jonas.

Hizo acopio de todas sus fuerzas para ponerse de pie. Se sentía magullada y agotada, y retrocedió hasta el sendero andando como una anciana. Los niños la miraron extrañados y su niñera alemana los puso a salvo de todo peligro.

La casa de Water Street estaba tranquila y silenciosa. No había coches de policía aparcados fuera, ni luces encendidas. Había movimiento en el piso de encima del garaje; Ruben y Constanza empezaban ya su jornada. Entró sigilosamente por la puerta de servicio en la cocina desierta, temblando de frío. Subió a su habitación por las escaleras traseras, y se desplomó en la estrecha cama, cubriéndose con las antas de los pies a la cabeza. Debería quitarse la ropa mojada, pero le quedaban fuerzas. Necesitaba entrar en calor. Se acurrucó aún más bajo el montón de mantas, y tanto tiritaba que oía el crujido de los viejos muelles debajo del colchón nuevo. Lo oyó alejarse, hasta desaparecer, y cerró los ojos.

Había estado a punto de morir. Cuando los demás se inquietaron ti descubrir que Nick había huido con todo el dinero suelto o joyas que pudo llevarse consigo, el miedo se apoderó de ellos. Alguien debió de echar un vistazo a Miley para verificar que dormía, arrebujada bajo una sorprendente cantidad de gruesas mantas, pero luego se olvidaron de ella con tanto jaleo, policía, FBI, pánico, enfado y reproche. Cuando Constanza se percató de que no se la había visto en todo el día, Miley estaba a 40 de fiebre y las convulsiones sacudían su cuerpo.

No le dijeron que Nick había desaparecido hasta que le dieron el alta hospitalaria unos cinco días después. Sally había estado todo el tiempo con ella, durmiendo en una silla junto a su cama, su rostro otrora hermoso destrozado por el dolor y la preocupación. Más tarde Miley se enteró de que había permanecido a su lado en vez de ir en busca de su consentido y extraviado hijo. Después de todo Sally la quería de verdad, y Miley, en adelante, no pronunció nunca el nombre de Nick en voz alta. Su hijo la había fallado, y a pesar del dolor y la rabia que sentía, sencillamente ignoró su existencia, dedicándose en su lugar a Miley.

Miley no recordó nada hasta al cabo de unos años, cuando se despertó de una pesadilla gritando, y la trágica noche le volvió a la memoria con toda su fuerza.

Nick Jonas había muerto, aquello lo recordaba. Alguien le había disparado y le había matado. Aparte de eso, los sueños se mezclaban con los recuerdos formando una maraña borrosa que le hacía sentir un pánico exacerbado. Había aprendido a no pensar en ello. A no cuestionarse nada.

Eventualmente los sueños pararon, y ella los desterró al olvido. Sally jamás le había preguntado si sabía algo de lo sucedido aquella noche, y con el paso del tiempo, a medida que empezó a añorar a su hijo, nunca se le ocurrió interrogarla. Por su parte, Miley nunca había querido perder la esperanza. Le resultaba más fácil olvidar aquella noche de verano de un pasado lejano, hacer ver que no había existido.

Sin embargo ya no tenía ese privilegio. No, con un extraño, un impostor, un criminal intentando ganarse la confianza de Sally y hacerse con su fortuna. No, con unas pesadillas que regresaban para arrancarla del sueño.

Tendría que haber confesado la verdad hacía tiempo, aunque hubiera destrozado a Sally; pero no lo hizo. No estaba dispuesta a desenterrar sus imprecisos recuerdos, a causarle tanto dolor a la persona que más quería en el mundo.

Difícilmente podría contar la verdad tantos años después. Se limitaría a mantener la boca cerrada y los ojos bien abiertos, y a esperar a que él se delatara a sí mismo.

Se limitaría a tener la esperanza de que los sueños no volvieran.

No hay comentarios:

Publicar un comentario