viernes, 5 de abril de 2013

El Impostor- Capitulo 16


A pesar de las importantes reformas realizadas, la finca de los Jonas no lo era suficientemente grande para albergar holgadamente a toda la familia al completo. Con el recién llegado instalado en la habitación renovada de Nick Jonas, y Tessa y Grace compartiendo, aunque a disgusto, la de Miley, ésta había sido oficialmente desterrada. Patsy, Warren y George habían exigido ocupar las tres suites y, a menos que se usara dinamita, nada ni nadie les sacaría de allí.

Lo que dejaba a Miley durmiendo en un sofá-cama en la biblioteca.

En circunstancias normales no le hubiera importado, pero es que nada de lo que estaba ocurriendo era normal. George tenía ideas de lo más disparatadas, Warren se mostraba demasiado simpático, y lo peor de todo, había un mentiroso desconocido en casa.

Y por si fuera poco, en la biblioteca, equipada con una gran pantalla de televisión y un bar, se habían instalado al menos dos de los primos Jonas.

Por suerte Nick ya se había esfumado. Probablemente estaría haciéndole la pelota a tía Sally, pensó Miley amargamente. No tenía la menor idea de cómo iba a sobrevivir a los próximos días, incluso a las próximas semanas. Le aterrorizaba la sola idea de pasar horas interminables encerrada con él en un coche. Tanto la llegaba a molestar que ni siquiera quería pensar en ello. Era un mentiroso y un estafador, y tal vez mucho más que eso, y nada de lo que ella pudiera hacer u decir impediría que utilizara a los Jonas para sus infames propósitos.

La casa era un enorme laberinto y sin embargo Miley no podía esconderse en ningún sitio. Los mayores estaban en el salón, los jóvenes en la biblioteca. No se atrevía a entrar en la cocina, ni siquiera para recoger sus pastillas, y esa noche hacía un frío glacial. No estaba de humor para dar otro paseo a la luz de la luna, sobretodo teniendo en cuenta con quién se había encontrado la vez anterior.

Era más de la una de la madrugada cuando Tessa y George desalojaron por fin la biblioteca. Miley esperó a que la casa estuviera tranquila y silenciosa, a estar segura de que todos dormían, antes de entrar sigilosamente en la cocina para buscar sus tranquilizantes.

No había ni rastro de las pastillas. Algún alma caritativa las había recogido del suelo sin dejar huella de ellas ni del frasco que las contenía. Quedaba la posibilidad de que Constanza hubiera ido a la cocina para comprobar que todo estuviera en orden de cara a evitar atracos nocturnos y demás, pero pensó que no caería esa breva.

Miley había trasladado la mayor parte de su ropa a la habitacion que ahora ocupaban Tessa y Grace, pero al menos había logrado coger algunas prendas y esconderlas en el trastero, que se usaba con más frecuencia. Se puso un camisón de franela que le llegaba hasta los pies y, con un despertador en la mano, procedió a acostarse en el dudosamente cómodo sofá-cama. Aunque casi todos los Jonas se levantarían tarde por la mañana, no estaba dispuesta a que ninguno de ellos la sorprendiera en la cama.

Las ventanas de la biblioteca no tenían persianas ni cortinas y la luna, clara y brillante, se reflejaba en la nieve derretida y deslumbraba Miley por más que se girara a uno y otro lado.

Se durmió pasadas las cuatro; el intenso sonido del reloj de pared dando las horas resonaba en su cabeza.

Hacia las seis se despertó en medio de la tranquilidad oscura y lóbrega de la biblioteca. Aún dormida, desorientada, sin recordar dónde estaba, parpadeó soñolienta, y deseó únicamente seguir bajo el suave edredón de plumas y olvidarse de todo.
—Es hora de levantarse, encanto —le susurró alguien al oído con voz seductora—. Hay que ponerse en camino.

Miley arremetió contra él, presa de un pánico repentino e inexplicable, para darle de lleno en la cara. Nick Jonas estaba inclinado sobre ella y la agarró del brazo cuando ésta intentó pegarle.

—Cálmate, preciosidad —le dijo—. No me he metido en la cama contigo. Únicamente he pensado que, ya que pretendes hacer esto en un solo día, querrías salir temprano.

Miley retiró el brazo, estremeciéndose en la tranquilidad matutina mientras trataba de recobrar el equilibrio perdido.

—¿Hoy? —preguntó con atemorizada incredulidad.
—Es un buen día como otro cualquiera. Cuanto más tardemos en ir más cuesta arriba se te hará —respondió él.

No le contradijo.

—¡Largate! —exclamó con brusquedad.

Nick no se movió.

—¿Cuándo tardarás en estar lista?

Le habría dicho de todo, pero no tenía escapatoria. Se lo había prometido a Sally y nunca faltaba a su palabra. Sally no le había pedido nada del otro mundo, debería estar encantada de hacerlo.

—Una hora —le contestó.
—Está bien. No pierdas el tiempo acicalándote por mí —dijo él.
—Créeme, no lo haré.

Nick se levantó, y Miley casi deseó que no lo hubiera hecho. Le producía una extraña sensación estar echada en la cama suave y caliente con su esbelta figura cerniéndose sobre ella, mirándola con enigmáticos ojos azules-verdes.

Su sonrisa no facilitaba las cosas. Fría y estudiada, jugueteaba en su boca increíblemente sensual y parecía estarle diciendo que leía cada uno de sus pensamientos.

—Te he traído una taza de café —anunció Nick, haciendo una señal con la cabeza en dirección a la mesa.
—No tomo café por las mañanas.
—Pues Constanza me ha dicho que te gusta con leche y sin azúcar —continuó él, ignorando su flagrante mentira—. En mi opinión no te iría mal endulzarlo un poco.
—Cuanto más tardes en irte, más tardaré en estar lista —dijo Miley con frialdad.

Los ojos de Nick recorrieron su cuerpo de arriba abajo. No había nada que ver; casi todo estaba tapado por un mullido edredón y el resto lo cubría un camisón de franela que Miley solía reservarse para los días más fríos de enero. De todas formas sentía un ligero calor en volviendo su piel bajo las sábanas.

—Te esperaré en la cocina. Por lo menos Constanza se alegra de verme. —Miró en dirección a la puerta, se detuvo y se volvió de nuevo—. ¡Ah, se me olvidaba! —Tiró un pequeño objeto sobre la cama, y por el ruido que hacía Miley supo que era su frasco de pastillas—. Te dejaste tus pastillas esparcidas por todo el suelo de la cocina. Ve con cuidado, tía Patsy es adicta a estas cosas. De haberlas encontrado, e las hubiera zampado todas.

Miley no se tomó la molestia de negar que eran suyas; su nombre figuraba en el frasco recetado.

—Son para el dolor de cabeza.
—Son tranquilizantes, Miley —le corrigió él—. Son suaves, pero no dejan de ser tranquilizantes. Y pienso asegurarme de que los necesites.

Y se fue con una pícara sonrisa dibujada en los labios.
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Esto va a ser todo por hoy :), lo siento, se que hace mucho que no subía nada pero estaba con unos problemas, ademas no estaba de humor de escribir ni subir nada por un problema de mi sobrino que supuestamente tenia un soplo pero no, al parecer es un chasquido en el corazon (o lo que sea, no recuerdo como se llama) y pues :/ 

Voy a salir, el Domingo me voy a los cabos por una semana así que no voy a poder subir y no se si meterme a Twitter, tal vez si pueda entrar a Twitter pero un poco :/ 

Mañana subire más de esta novela y de la de El Millonario para dejarles algo que leer, pensaba poner a alguien para que subiera mientras yo no estaba, solo dejaria las entradas y que ellas dieran click en publicar pero... no confio en Jeny y Dani porque las van a subir todas de una ¬¬' o las van a leer y no las van a subir hasta que yo llegue y a Anita... pues ella no se mete mucho a Blogger ademas de que no tiene internet :/

Si quieren que suba mañana mas capitulos... minimo dos comentarios (si tan patetico que tengo que pedir 2 porque no hay muchos comentarios ultimamente :'|)

BYEEEEE las quiero comenten, besos :*

2 comentarios:

  1. awww me encantooo
    que bueno que subiste ya te extrañaba
    muero por saber que pasara en ese viaje seguro 1313
    siguela!!!!
    besos linda...<3

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  2. Ohh por dios!!!!!
    Esta nove cada vez se pone mejor!!!!!!
    No si soy tonta o que pero es o no es un impostor??????
    Sube pronto, besis bye ♥

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