sábado, 25 de agosto de 2012

La Ley Del Lobo- Capitulo 10


Un terror absoluto casi la hace poner de rodillas. Pero no podía moverse. No podía correr. No podía hacer nada, excepto permanecer atrapada en la mirada gris plata del lobo negro.

El lobo que había perseguido a Justin y Liam y había hecho huir a esos bastardos.

Tenía la cabeza levantada, mientras la estudiaba. A su lado tenía la piel de un venado, por lo que Miley esperaba que no tuviera hambre. Por supuesto que ni siquiera eso era una garantía de que no le rompería el cuello de todas formas.

Ella dio un paso hacia atrás cuidadosamente.

El lobo dio un paso al frente.

Miley se quedó quieta nuevamente. Y después sintió que la sangre se le escurría por la cara al ver que el lobo comenzaba a cambiar adelante de sus propios ojos.

La bestia se levantó sobre las patas, que se transformaron en las piernas fuertes de un hombre. El pelaje se transformó en piel, los colmillos en dientes blancos y derechos.

Lo único que no cambiaba eran los ojos gris plata.

Los ojos de Nick.

Ella sintió un gran alivio y el mundo pareció ponerse a un costado. Comenzó a caerse pero, un instante después, se encontró en los brazos de Nick.

Se volvió loca. “¡No!” gritó, mientras se peleaba y lo arañaba. Esta vez tenía más fuerza de la que había tenido la primera vez que intentó escapar de Nick. Luchó con todo lo que tenía, puso cada poco de furia que le quedaba de cuando su madre había sido asesinada por ese lobo. Todo lo que Nick hizo fue sostenerla, agarrarla con fuerza contra su pecho desnudo. No intentó que parara de lastimarlo, pero no la soltó. Sólo la sostuvo.

Cuando se agotó, Miley se aflojó sobre su abrazo y comenzó a llorar. Nick la alzó en brazos y la llevó a la caverna.

“Me mentiste”, le gritó entre las lágrimas. “No eres quien pensaba que eras”.

“Nunca te mentí, gatita”. Su voz era firme, pero la mirada era indulgente y comprensiva. “Te dije que no me vincularía contigo hasta que supieras quien soy. Qué soy”.

Miley tragó saliva mientras la llevaba a la cueva de cristal centelleante. Él le dijo la verdad. No se lo había dicho abiertamente, pero tampoco le había mentido. Y cuando había atacado a Justin y Liam, él la había salvado. No la había atacado, había usado su mandíbula para cortar la soga.

Cuando llegó a la pila de pieles sobre la cual dormían, la bajó, la colocó sobre la piel suave, y se acomodó a su lado. Tenía el cabello, largo y oscuro, despeinado sobre la cara y los ojos de color gris plateado ardían de pasión. El cuerpo glorioso estaba desnudo, como siempre, solo rasguñado y sangrando en las zonas donde ella había descargado su temor sobre él. Tenía la pija gruesa y larga. Él, la quería, incluso ahora.

Y ella no podía negar el hecho de que lo quería. Todavía lo amaba. Cerró los puños. “¿Por que no me dijiste?”.

Nick suspiró y deslizó un dedo por el borde de la nariz hasta la punta. “Siento no habértelo dicho, gatita. Pero no quería que me tuvieras miedo. Conozco el temor que le tienes a los lobos”.

Miley se mordió el labio inferior. “¿Pero un hombre lobo? ¿Por qué tienes que ser un lobo?”.

Se puso serio cuando dijo, “¿Eso significa que ya no me amas?”.

Ella abrió los ojos y se sonrojó. ¿Cómo lo sabía? Sólo se había dado cuenta hacía unos minutos.

“Tengo otra confesión para hacerte”. Nick le pasó su dedo por el labio inferior.

“Uno de los muchos talentos de un hombre lobo es la capacidad de percibir los sentimientos y leer las mentes”.

Ella frunció el ceño. “¿Has estado leyendo mi pensamiento? No creo que me guste en absoluto eso. De hecho, me dan ganas de pegarte”. 

Nick levantó un hombro. “Es una parte de mi, como respirar es una tuya”.

Durante un momento largo, Miley lo estudió y, después, su corazón la traicionó. No importaba si era un hombre lobo con talentos que superaran su imaginación, aún así, lo quería. Aún así, lo amaba.

Con una sonrisa, Nick se inclinó y acercó su boca a la de ella. “Yo también te amo, gatita”.

Un calor diferente le recorrió el cuerpo a medida que la besaba. Un beso largo, lento y profundo que le demostraba su amor por ella. Él llevó le acarició todo el cuerpo con sus manos y los labios la saborearon entera, desde los pezones, al vientre plano y el bello suave del monte púbico. Le lamió y le chupó el clítoris, pero solo cuando la llevó al punto justo, se detuvo, se levantó para colocarse entre sus muslos y colocó la cabeza de la verga en la entrada de su centro.

Miley dejó de respirar.

“Quiero vincularme contigo. Quiero hacerte mía, por siempre”.

Sin dudarlo, ella asintió con la cabeza. “Te quiero más que a nada”.

“Todavía tengo otra confesión”. Él presionó la cabeza de la verga sólo un poco y ella jadeó por la sensación. Se dio cuenta de que se estaba controlando de meterse dentro de ella. “Cuando te penetre, comenzará el proceso de transformación”.

“¿Transformación?”. El corazón de Miley comenzó a latir fuertemente contra el tórax. “¿No querrás decir que yo también me convertiré en un lobo?

Nick asintió con la cabeza. “Y tendrás la larga vida que llevan los hombres lobo, al igual que tus hijos”. Empujó un poco más y apretó la mandíbula. “Di que sí, Miley. Dime que serás la compañera de mi vida. No puedo vivir sin ti”.

Tan claramente como el cristal de la caverna, su corazón le contesto, Sí.

“Dilo en voz alta, mi amor”. Presionó un poco más adentro de ella. Le temblaron los brazos y el sudor comenzó a brotar en la frente. “Dime que me amas y que deseas ser mía, completamente mía”.

“Sí, Nick”, susurró y después lo dijo más fuerte, “Sí”.

Nick ingresó en ella, se sumergió profundamente dentro suyo. Miley gritó cuando todo el contorno y la longitud de él, la penetró y después gimió a medida que se convertía en un placer total y completo.

Podía jurarlo por la luna que Miley se sentía tan bien con él mientras la cogía. La embistió hacia adentro y afuera de su vaina estrecha y disfrutó la sensación del canal que le agarraba la verga. Él no podía quitarle la mirada de encima a medida que entraba y salía. Los ojos verde azulados de ella lo miraban y él podía ver el amor en la profundidad de ellos, así como en sus pensamientos. Ella no se contuvo y lo había aceptado por, quién y cómo era.

Y había accedido a convertirse en su compañera de por vida. Para estar con él,
siempre.

El sudor de los dos se mezcló y pequeñas gotas de sudor se deslizaron desde la frente de él al cabello de ella. Ella inclinó la cabeza hacia atrás, y los ojos verde azulados de párpados pesados se centraron en él. Ella era, definitivamente, la criatura más bella que jamás había conocido.

El orgasmo fue cada vez mayor dentro de él, como un huracán de proporciones descomunales. Pero se contuvo, alargando el placer de Miley mientras gritaba, gemía y se contorsionaba debajo de él.

Miley nunca se había sentido tan satisfecha, tan feliz, tan completa. En lo profundo de su corazón, ella sabía que no importaba que ick fuera un hombre lobo.

Era un buen hombre, un hombre protector. Y ahora era parte de ella…de su vida, su amor.

Se sentía tan increíblemente bien mientras la cogía. Así lo había llamado él, coger, y a ella le gustaba la palabra. Era erótica y la hacía excitarse más.

“Pero ahora te estoy haciendo el amor”, murmuró mientras se inclinaba para acariciarle la oreja con el hocico. “No es solamente cogerte”.

“¿Yo también podré leer tu mente?”. Lo agarró de las nalgas y lo empujó, exhortándolo a que la cogiera con más fuerza.

“Sí, gatita”. Le dio un beso largo y feroz, mientras le metía la lengua en la boca al tiempo que le metía la verga en la concha. Cada vez con más intensiad. Ella sintió que se acercaba al orgasmo, las sensaciones se salían de control, hasta que dio un gritó de liberación. Su mente se llenó de colores, como los arco iris de la caverna de cristal. La mente se le salió del cuerpo e hizo que se sintiera en otro mundo durante esa fracción de segundo.

A la distancia, escuchó a Nick gritar su nombre y luego sintió que le clavaba los dientes en el hombro, al mismo tiempo que la pija le latía dentro suyo. Ella gritó nuevamente por el dolor de la mordida, pero entonces, la sensación se convirtió en placer.

Nick colapsó a su lado y la contuvo en el círculo de sus brazos, con la verga aún en su centro. La respiración de ambos era fuerte y el olor del sexo era denso en el aire.

Miley levantó una mano y acarició la mejilla barbuda de Nick. “Te amo, mi hombre lobo”.

Él sonrió y la sostuvo más cerca. “Te amo, gatita”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario