viernes, 24 de agosto de 2012

La Ley Del Lobo- Capitulo 5


“Me llamo Nick”. La tomó de un lado de la cara y le pasó el pulgar por el pómulo.

“Tú, mi dama, has entrado en mi territorio. Lo que entra aquí se va o se queda según yo lo decida”.

“¿Discúlpame?”. Miley frunció el seño inmediatamente. “No puedes tenerme aquí”.

Se le oscurecieron los ojos, por lo que ella dio un paso atrás. “Te quedarás hasta que yo te permita ir”.

Miró con odio a Nick e intentó alejarse de él, pero casi se cae, estaba muy débil. Él la agarró y la sostuvo con firmeza.

Antes de que pudiera responder, le tomó el mentón con la mano. “Ven. Necesitas un baño”.

Miley no estaba en estado como para enfrentar al hombre. Él la sostuvo con un brazo y la llevó hacia un lago a sólo metros de donde había pasado estos días. Sintió un colchón mullido de musgo contra los pies descalzos y lastimados mientras miraba asombrada a su alrededor. El pensamiento de todo lo que recién había dicho el hombre se le iba de la mente a medida que asimilaba la belleza del refugio, más bello que el Mar Mairi.

Los árboles eran más gruesos alrededor del lago, una cantidad innumerable de hojas suspendidas como si fueran finas cortinas de encaje, de los verdes mas verdes, caían en la superficie del agua. Las flores brotaban en macizos caprichosos de rojo, rosa y violeta, y el lago resplandecía con un azul verdoso cristalino y profundo.

“El mismo color de tus ojos”, murmuró Nick, y ella levantó la mirada y lo observó asombrada.

“Es increíble”. Era más que eso, pero eso era todo lo que podía pensar en decir mientras él la llevaba hasta el agua.

Nuevamente, estaba sorprendida. El agua no estaba congelada, sino levemente fresca, lo cual le energizaba el cuerpo y le despejaba la mente a medida que se adentraban en el lago. Los dolores y la heridas casi desaparecieron sólo con la caricia del agua.

Nick la llevó hasta un hueco de roca cerca de la costa, pero lo suficientemente dentro del agua como para rozarle apenas debajo de los senos. El vestido destrozado se infló alrededor de las piernas y uno de sus senos que no estaba descubierto rogaba ser liberado.

“Eres una criatura preciosa, Miley”. Nick la tomó de los hombros y la obligó a que quedara de espaldas a él. Ella sintió que le desataba el lazo del vestido. “Una enorme tentación para cualquier hombre”.

Ella frunció el ceño. ¿Por qué diría tales cosas? Ella sabía que no era linda, sólo un poco más que fea, ya que se lo había dicho incontables veces su padre. Nick la giró para ponerla de cara a él con tanta rapidez que dio un grito. Habría perdido el equilibrio si él no la hubiese estado sujetando con tanta fuerza de los hombros. 

El gesto de su rostro hizo que le estallara el corazón. 

“Eres una mujer hermosa, Miley”. Su voz era un gruñido suave. “Lo juro por la luna, te enseñaré a ver tu propia belleza, antes de dejarte ir”.

Todo lo que podía hacer era mirarlo sorprendida. Parecía tan serio. Y era como si acabara de leerle los pensamientos con tanta claridad como si los hubiera dicho en voz alta.

A Nick se le revolvió el estómago al correr el cabello de Miley del escote del vestido. Los malos tratos a los que había sido expuesta eran muchos más que los que los bastardos de Liam y Justin le habían hecho. Lo único que deseaba era buscar a los hombres, perseguir al padre y hacer que todos ellos pagaran el daño que le habían hecho a esta mujer. Los colmillos casi le explotaron en la boca y sintió que la piel se le estiró, como sucede siempre antes del cambio. Debió usar toda su fuerza para combatir a la bestia que amenazaba con apoderarse de él.

Miley contuvo notablemente la respiración mientras él le quitaba el vestido lentamente de los hombros, lo deslizaba por los brazos y debajo del agua por la cintura, donde lo dejó caer hasta los pies al fondo del lago. Ahora tenía ambos senos descubiertos por lo que él casi gimió en voz alta.

Casi sin pensarlo, sacó la mano del agua y llevó los nudillos húmedos por la curva del delicado cuello, la clavícula y hasta el tentador bulto de un seno. Ella se mantuvo quieta y él pudo sentir el temor y la furia de ser tocada sin su permiso y, a la vez, su excitación. Se obligó a detenerse, se dirigió hacia un estante escondido detrás del hueco de la roca y tomó un tarro de jabón con aroma a menta.

Mientras ella miraba, el hundió los dedos en la sustancia blanca y sacó una cantidad suficiente como para lavarle el cuerpo.

Lentamente, le jabonó los hombros y los brazos, hasta llegar a los dedos. Miley temblaba mientras la tocaba. Era tan fácil leerle los pensamientos. Quería darle una bofetada, quería correr, quería quedarse, quería que se detuviera, quería que nunca dejara de hacerlo.

Después de jabonarle los hombros, le lavó la espalda y después el vientre. Hasta el punto en que todo lo que le quedó sin tocar eran los senos, entonces, le tomó las manos y colocó jabón en las palmas.

Le habló con un susurro ronco, “Lávate los senos”.

Miley se puso colorada y dudó. “No tienes derecho a decirme qué hacer”.

“Ahora”, le ordenó, con una voz tan amenazante que Miley levantó las manos y comenzó a masajearse los senos.

La pija de Nick se disparó al verla.

“Los pezones”. Apenas podía contenerse de tocarla.

Se mordió el labio superior con los pequeños dientes blancos y jaló de los tersos capullos rosados.

“Enjuágate”, le ordenó, con un tono seco, mientras luchaba por mantener el control y no violar a esta mujer en ese mismo lugar.

Hizo una pausa por un momento, se hundió en la superficie del lago y se levantó inmediatamente. Se corrió el largo cabello del rostro. El cabello le brillaba y las gotas de agua le caían por la piel.

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