sábado, 25 de agosto de 2012

La Ley Del Lobo- Capitulo 9


Pasaron dos semanas. Todos los días, Nick le enseñó a Miley las muchas maneras en las que podían darse placer uno al otro, todas las formas, excepto la vinculación afectiva. La dejó ver a través de sus ojos lo bella que era, y él observó como crecía su confianza en ella misma y en él.

Comenzó a valorar cada momento con ella, cada minuto que pasaban juntos. Ya no podía imaginar la vida sin ella, y esa necesidad imperiosa de protegerla había aumentado hasta el deseo de mantenerla como propia. La tomaría como su compañera, pero no hasta que no supiera lo que era y en lo que se convertiría. Una mordida, una vez que la llenara de su semilla y se convertiría en una mujer lobo, también, a la siguiente luna llena.

Nick sólo esperaba que no lo odiara por eso. Todo lo que sabía era que no podía dejarla ir.

Durante esas dos semanas, él había compartido mucho de su vida con Miley. 

Tenía una curtiembre en un pueblo cercano y un hogar allí, donde permanecía durante los meses del invierno. Durante el verano, vivía en la caverna, mientras casaba en su bosque y juntaba pieles para curtir y vender durante el invierno.

No le dijo exactamente cómo cazaba a los animales y cómo se comía la carne cruda, arrancándola de los huesos mientras la sangre aún estaba caliente.

A la vez, Miley le contó sobre su familia, hasta cómo había muerto su madre y cuánto la extrañaba. Él se dio cuenta del terror en la voz temblorosa y en sus ojos cuando le contó acerca del lobo.

Le contó sobre sus cuatro hermanas menores y demostró orgullo por cada una de ellas. Y él notó cuánto las extrañaba. Varias veces había intentado escapar. Cuando frustraba sus intentos, ella le pedía que la dejara ir. Sus hermanas la necesitaban. Pero él la obligó a recordar que la hermana que le seguía en edad tenía dieciocho años, sólo uno menos que ella, y era más que capaz de cuidar a las tres hermanas menores.

No, le dijo que tendría que esperar a que estuviera segura de que realmente había descubierto su propia belleza. Varias veces intentó hacerlo creer que lo había hecho, pero él sabía que sólo lo decía para que la dejara ir. Sólo eso lo hacía sufrir. Día tras día, él había esperado que ello no deseara irse, pero a pesar de que leía sus pensamientos y sabía que encontraba un gran placer en estar con él, no sentía que lo amara.

De la manera en que él la amaba.

Miley se recostó sobre las suaves pieles de la caverna y observó el techo de cristal. Brillaba y relumbraba, reflejando miles de arco iris en el suelo de la caverna. Ella alzó una mano y un arco iris la despojó de su piel. Lo estudió, mientras observaba el hermoso rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta contra su piel. Aún así, no lo veía completamente. En su mente, se imaginaba con su captor, rodando por las pieles, besándose, lamiéndose y mordiéndose uno al otro. Llevándose uno al otro al orgasmo, después de un orgasmo increíble con las manos y la boca.

Sin embargo, Nick se negaba a vincularse con ella.

Una y otra vez le había dicho que ella realmente no lo conocía y no sabía lo que era. Cuando lo supiera, Nick le había dicho, que entonces podría elegir.

Ella estaba segura de quién era. Un hombre feroz, protector y fiel. Un hombre que le enseñó a cuidarse ella tanto como cuida a los demás. Y un hombre que le enseñó que era hermosa por dentro y por fuera.

Finalmente, estaba tan claro como el día, ella pudo verlo con honestidad, como si la mascara que los demás habían puesto sobre ella se hubiese caído para dejar ver la mujer que verdaderamente era.

Se levantó de las pieles con un suspiro y correteó por el suave piso de roca de la caverna. Ahora estaba completamente cómoda con su desnudez, ya que no había usado ropa desde el día en que llegó.

Todos los días, Nick había bloqueado la entrada con una gran roca y la mantuvo prisionera.

No se imaginaba que a la mayoría de los prisioneros se les hacía el amor de la manera en que Nick lo hacía con ella.

Al principio, había estado enojada y había buscado incesantemente la manera de salir de la caverna. Pero, con el tiempo, había aprendido a aceptar su prisión temporal.

Nick le había prometido liberarla cuando verdaderamente se valorara.

Bajo la atención constante de Nick, por la forma en que la cuidaba, ella se sintió como una jensai recién florecida. Las flores extrañas siempre comenzaban siendo capullos negros y feos, que no eran nada especial a lo cual mirar. Pero cuando florecía, eran la flor más increíblemente hermosa y preciada que uno podía esperar ver.

Así fue como Nick la hizo sentir. Hermosa. Rara. Preciosa. A pesar de que sabía que la entrada estaría bloqueada, Miley se deslizó desde de la frescura de la caverna hacia el pasadizo largo que conducía al exterior y al lago de Nick. Habían pasado incontables horas allí, riéndose y jugando en el agua, bañándose y explorando sus cuerpos. El aire fresco le acariciaba la piel desnuda y los pezones se le endurecieron como siempre, mientras ella imaginaba que era Nick quien le acariciaba el cuerpo. Nunca se cansaría de estar con él.

Ella se había enamorado de Nick.

Miley se detuvo en medio del pasadizo, mientras se rascaba la cabeza al darse cuenta de lo que le había pasado y se llevó la mano al corazón, que latía con fuerza.

“Oh, Dios mío”, susurró. Una sensación de vértigo se apoderó de ella y el corazón casi le estalla.

Casi al instante, desapareció. Probablemente, Nick no sentía lo mismo.

Pero, ¿y si no era así?

Se deslizó por el pasadizo que parecía más brillante de lo normal. Casi era hora de que Nick regresara de cazar y, a pesar de que no podía verlo, podía esperarlo.

Miley dio vuelta en la esquina y observó que la entrada a la cueva estaba abierta. Lentamente, caminó hacia ella. Tal vez,Nick ya estaba de vuelta. ¿O se había olvidado de correr la roca frente al ingreso?

El pensamiento de que tenía la oportunidad de escapar y regresar a su familia recorrió su mente.

Pero, tan rápido como lo pensó, dejó de hacerlo No quería dejar a Nick, el hombre que amaba. Incluso si él no la amaba, ella aprovecharía el tiempo que pudiera con él y después se iría a su casa.

Se dirigió rápidamente a la entrada de la cueva por el pasto suave que conducía al lago, con una sonrisa en el rostro.

El pánico se apoderó de su ser.

Había un enorme lobo negro que bloqueaba el camino.

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