miércoles, 13 de junio de 2012

Anhelo Secreto- Capitulo 12


Nick se quedó totalmente desconcertado al regresar y encontrarse a Miley llorando desconsoladamente. Odiaba ver llorar a las mujeres. Su madre había llorado desconsoladamente durante mucho tiempo cuando su padre se mató. Lo entristecía terriblemente oír aquellos gemidos entre las almohadas.


-¡Eh! -dijo Nick y le tocó suavemente el hombro.


Con un gemido, ella le dio la espalda y se hizo una bola.


-Vete -le dijo-. Por favor, vete.


Nick no sabía qué hacer. No tenía ni idea de qué era lo que le pasaba. Le había dicho que no amaba a su ex prometido. ¿Acaso al ver aquel lugar y aquella cama había sentido que quería estar con Liam y no con él?


Desanimado, Nick se encaminó hacia la puerta. Pero de pronto decidió quedarse. No podía dejarla sola estando así. Lo necesitaba allí.


Se tumbó a su lado y la tomó en sus brazos.


-No pasa nada -le dijo abrazándola con fuerza-. Lo entiendo, de verdad. Sé que has estado tratando de mantenerte firme durante dos semanas. Y ahora que estás aquí, en el lugar en que deberías haber estado con Liam, te sientes muy mal. Escucha, sé lo que es que te dejen por otra persona. Es un infierno. Así que llora todo lo que quieras. Yo lo hice.


Sus caricias y sus palabras parecieron tranquilizarla, porque dejó de llorar. Levantó la cabeza y lo miró.


-¿De verdad?
-Sí. Supongo que no es lo que suele hacer un hombre, pero yo fui como las cataratas del Niágara durante una par de días. Estuve destrozado durante una semana y me negué a salir de casa durante meses.
-¿Por qué te dejó?
-Ambición, dinero, influencia... Te aseguro que no fue porque el otro fuera mejor en la cama -dijo él con una sonrisa y ella se rio. Era un sonido maravilloso.


Él aprovechó aquel momento para besarla. Pero no del modo en que la había besado en Sydney aquella mañana. Fue un beso lento, suave y delicado. Continuó besándola sin hacer nada más, hasta que notó que sus defensas se desvanecían. Entonces ella empezó a gemir y a restregarse contra él y comenzó a desnudarla lentamente, tomándose su tiempo.


No le resultó fácil mantener la calma, especialmente cuando descubrió sus senos perfectos y sus pezones erectos reclamando más, pero lo consiguió, hasta que los dos estuvieron totalmente desnudos. Ella temblaba ansiosa por poseerlo.


Sintió que se moría al tener que dejarla para ir por el preservativo. Pero fue realmente rápido. Después de todo tenía mucha práctica en ese tema. No obstante, le había resultado algo más complicado estando tan excitado. ¿Alguna vez antes se había sentido así, ni siquiera con Delta?


Quizá le fallaba la memoria, pero creía que no. Aquella era una experiencia única, tal vez porque Miley le había hecho esperar dos semanas para poder consumar el deseo que había despertado en él nada más verla. Aquello era el deseo en su cara más tortuosa.


Agradecía que ella sintiera lo mismo.


Al menos, eso era lo que pensaba hasta que volvió a la cama y se la encontró mirándolo con algo que intuyó como temor.


¿Por qué le tenía miedo?


-¿Qué te ocurre? -le preguntó, metiéndose en la cama y tomándola en sus brazos-. ¿Qué es lo que te preocupa?
-Nada -respondió ella, negando con la cabeza-. Nada.
-¿Es por Liam?
-No, no. 
-¿Es por mí, entonces? Tienes miedo de que te haga daño.


Ella parpadeó sorprendida por su intuición.


-Cariño -le murmuró-. Nunca te haría daño. Solo quiero hacerte feliz, ver tu sonrisa y oírte reír otra vez. Quiero darte placer. Así...


Deslizó las manos por entre sus piernas hasta tocar en el lugar exacto.


Ella gimió una vez más. Estaba muy húmeda. Aquello iba a ser fantástico.


No podía esperar más. Además, podría ser incluso contraproducente hacerlo. Se sentiría a salvo dentro de ella, menos tenso. Podría incluso relajarse un poco.


Como si le hubiera leído el pensamiento, ella se abrió de piernas invitándolo a entrar.


Él buscó el camino y empujó no sin cierta desesperación.


Nick suspiró aliviado y disfrutó de la quietud durante unos segundos.


Pero, en el momento en que comenzó a moverse otra vez, ella enroscó las piernas alrededor de su cuerpo como una viña. Lo apretaba con fuerza y lo movía de delante hacia atrás.


Nick sintió un borbotón de sangre fluyendo por sus venas, mientras ella lo instaba a entrar aún más dentro y con más fuerza.


¡Y él que pensaba que iba a estar más relajado dentro! ¡Estúpido!


-¡Nick! -gritó ella, y apretó su abrazo alrededor de su cuello-. Nick...


Su primer espasmo lo puso en órbita, lo envió a un lugar que no había conocido nunca antes. ¿Era placer o dolor lo que sentía su cuerpo? Sentía agonía y éxtasis mientras los espasmos de ella lo ordeñaban hasta el final, haciéndolo gemir como no había gemido nunca antes.


Nick no sabía si lo que sentía era felicidad o humillación. Lo único que sabía era que acababa de bajar de una cumbre a la que quería volver a subir.


-No me has hecho daño -le murmuró ella, besándolo en el cuello, acariciándole la espalda, los hombros, el torso. Él abrió los ojos y la miró-. Es que nunca había estado con un hombre que la tuviera tan grande.


Nick se quedó perplejo. Siempre había considerado que tenía una talla estándar. No obstante, se sentía secretamente halagado.


-Pensaba que lo que temías era que te hiciera daño emocionalmente.
-¡Ah, no! Eso no va a pasar -dijo ella-. No volveré a permitir que eso suceda.


De pronto Nick se sintió ofendido, lo que no dejaba de ser absurdo. Ella había dejado muy claro para qué lo quería y él había aceptado. Solo habría sexo durante dos semanas sin cadenas ni ataduras ni futuro.


Siempre había pensado que esa era una fantasía masculina hecha realidad. Pero lo que no había imaginado era que iba a sentir todo aquello.


Una voz interior lo amonestó.


«¡Por favor! ¿Qué demonios te pasa? Esta es, efectivamente, una fantasía hecha realidad. No te pongas ahora a hacer el papel de tío sensible. Sé exactamente lo que ella quiere que seas. ¡Nick el libertino!»


El problema era que Nick no era un libertino. Nunca lo había sido.


A pesar de todo, aquello podía ser divertido. Podía hacer todo cuanto había querido hacer sin importarle, hacer las sugerencias más descabelladas, jugar a Casanova o a lo que se le antojara.


-¿Por qué sonríes así? -preguntó ella.
-¿Cómo?
-Como un gato ante un plato de leche fresca.
-Quizá porque estoy ante un plato de leche fresca. Eres formidable en la cama.


Ella se sintió ligeramente incómoda con aquel halago. No obstante, debía saber que era buena. Era una criatura compleja y llena de contradicciones. Fría en la superficie y muy caliente en su interior.


Nick estaba dispuesto a sacar lo mejor de ella durante los próximos catorce días. No iba a permitir que cayera en aquella ridicula pose de niña recatada. Puede que pensara que lo había alquilado como su juguete privado, pero en realidad ella sería el juguete.


En circunstancias normales, Nick se habría escandalizado de sus propios pensamientos. Pero aquella no era una circunstancia normal.


-¡Vaya! La verdad es que tengo hambre, ¿tú no? -le preguntó él.
-Sí. Pero preferiría darme antes una ducha. Llevamos todo el día viajando.
-Yo también. Pero ¿por qué ducharnos, cuando tenemos un enorme balneario a nuestra disposición y solo para nosotros? Nos podríamos llevar la cesta de comida a la playa y así matamos dos pájaros de un tiro.
-Pero...
-No hay «peros» que valgan, cariño. Tienes que hacer lo que el bueno de Nick te diga y te lo pasarás en grande.

No hay comentarios:

Publicar un comentario