miércoles, 13 de junio de 2012

Anhelo Secreto- Capitulo 15


-Pero si es inseminación artificial no sabes quién va a ser el donante, ni sabrás qué tipo de genes tendrá tu bebé. Seguro que incluso mis genes serían mejores.
-Los donantes son anónimos, pero te dan mucha información sobre su aspecto físico, su salud, la educación, intereses, etc... Miraré la lista de donantes y elegiré el que cumpla mis requisitos.
-Fascinante. Como veo que tienes muchos problemas para andar con esos tacones, te llevaré en brazos -le dijo él. Ella estaba dispuesta a objetar, pero él se puso en acción-. Eres ligera como una pluma. Creo que has perdido peso desde que llegamos a la isla. Demasiado ejercicio y muy poca comida. Tenemos que asegurarnos de que estás saludable si vas a tener un bebé.
-Sí, doctor Jonas -se burló ella.
-Es puro sentido común. Claro que, quizá, no hablaras en serio sobre lo de tener un bebé tan pronto, o lo de hacerlo sola.
-Lo he dicho totalmente en serio -respondió ella con dureza-. Y ahora bájame.


Notó que se tensaba y la dejó lentamente en el suelo.


-Dime, Miley, ¿cuáles son tus requisitos para elegir un padre?
-No.
-¿No? ¿Qué quiere decir «no»?
-Quiere decir que no voy a tener esta conversación contigo, Nick -dijo ella con firmeza adelantándose ligeramente-. Ojalá no te hubiera contado nada sobre mis planes. El porqué de ese repentino interés es algo que se me escapa.


El se apresuró a alcanzarla.


-Venga, no seas así. Si vamos a estar sentados el uno frente al otro, necesitamos algo de qué hablar. Y siento curiosidad.


Ella se volvió de golpe y lo miró directamente a los ojos.


-¿Por qué?
-¿Y por qué no iba sentirla? Durante un momento lo miró frustrada; luego se encogió de hombros.
-Supongo que lo mejor sería que te dijera lo que quieres saber, porque no estás dispuesto a darte por vencido, ¿verdad? Conseguirás lo que quieres, como hiciste con las fotos en blanco y negro. Eres como una tortura china.
-Ya me lo habían dicho antes.
-Es de imaginar. Pero no siempre puedes tener todo lo que quieres. Si tengo que contestar a una pregunta tan personal, yo también quiero que me contestes a unas cuantas.
-De acuerdo -no tenía nada que ocultar, era más, sentía cierta curiosidad sobre lo que ella podría querer saber. Después de todo, quizá no solo lo deseara. Tal vez hubiera algo más, aunque no lo admitiera.


La idea de tener un relación permanente con Miley le provocó una excitante sensación. Desde el principio le había desagradado la idea de no poder volverla a ver después de todo aquello, pero había aceptado, temeroso de perderla.


Sin embargo, las cosas habían cambiado.


Si estaba embarazada de su hijo, la posibilidad de separarse no existía.


Nick no podía apartar la mirada de su cuerpo, primero de sus senos, luego el vientre, atléticamente plano en aquel momento. Pero no le costaba imaginárselo en unos meses, suave y redondeado.


Miley se dio cuenta de lo que Nick estaba mirando. Pensaba en sexo otra vez, estaba claro. La estaba desnudando con la mirada y eso la excitaba.


-¡Ya está bien! -dijo ella.
-¿El qué?
-Tú lo sabes. No me ayuda nada que me mires así.


La lancha se balanceó peligrosamente cuando Miley puso un pie dentro.


-¡Quizá deberíamos haber llamado a Tom para que nos llevara! -dijo ella con pánico.
-Si te sientas en medio no pasará nada.


Miley hizo lo que le sugirió y Nick arrancó el motor y navegó hasta la playa principal. La confianza y seguridad con que conducía y manejaba aquel aparato le recordó a Miley que los hombres servían para otras cosas además de para provocar orgasmos.


Si lo seguía viendo ocasionalmente después de aquello, quizá podría cambiarle alguna bombilla de vez en cuando, arreglar los grifos y ese tipo de cosas. Como propietaria de una casa, necesitaría esos servicios.


Al llegar al embarcadero Nick saltó de la barca con su estupendo trasero hacia ella.


-¡Ya está bien! -dijo él con una sonrisa al volverse y pillarla mirándolo absorta.
-¿El qué? -se ruborizó ella.
-Lo sabes perfectamente.
-No sé de qué estás hablando -dijo ella-. Y ahora ayúdame a salir de aquí sin que me caiga al agua.
-Te vendría bien para «refrescarte».


Miley decidió que ya estaba bien, que en aquella ocasión ella tendría la última palabra. Mientras desembarcaba lo miró fríamente.


-Pensé que te gustaba caliente y húmeda, no fría y mojada -acto seguido pasó por delante de él con la cabeza bien alta.


Nick la miró y pensó que era la mujer más descarada y sexy que había conocido.


Y estaba seguro de que, aunque tratara de ocultarlo, a ella le gustaba. Por eso se esforzaba tanto en ponerlo en su lugar. Lo que no se podía imaginar aquella mujer era que el destino probablemente ya los había unido de una forma más permanente.


Debía averiguar qué posibilidades reales había de que fuera así.


-¿Adonde exactamente vamos a ir a cenar? -le preguntó ella mientras la tomaba del brazo.
-Al restaurante Hibiscus. Por aquí -la guio hasta la zona de ocio.


Al llegar, vieron un hotel de cinco estrellas que se alzaba grandioso entre las frondosas palmeras; al pie del edificio se adivinaban tres restaurantes, un par de bares, un casino y una piscina increíble, todo rodeado de jardines tropicales que hacían del lugar un verdadero paraíso


Uno de aquellos restaurantes era el Hibiscus.


-He reservado una mesa aquí mientras tú te duchabas. La mujer con la que he hablado me ha asegurado que es el más romántico de todos. Supongo que pensó que era nuestra luna de miel.
-Y tú no le dijiste que no lo era -dijo Miley secamente.
-No, claro que no. Con eso nos asegurábamos una buena mesa. Me prometió una en la terraza de las que dan a la piscina.
-Mentiroso.
-Solo inteligentemente simpático.
-Arrogante, eso es lo que eres.
-Y a ti te gusta.
-Solo en la cama.
-Los humanos nos pasamos una tercera parte de nuestra vida en la cama. Menos cuando estamos en una luna de miel fingida. Entonces nos pasamos las tres terceras partes.


Miley se rio. Le era imposible no sucumbir a su encanto, incluso a su ingenio, que era incisivo e inteligente.


-Me encanta oírte reír -le dijo-. Estás incluso más hermosa cuando te ríes.
-Deja de adularme, Nick. Puedo acostumbrarme.
-¿Y sería tan horroroso?
-Horroroso no, solo poco inteligente.
-¿Por qué? 


Ella suspiró.


-Ya te lo dije al principio, Nick. No quiero otra pareja cuya idea de una relación empiece y termine en el dormitorio.
-¿Y tú crees que eso es lo único que yo quiero de ti?
-¿No lo es?
-Eso depende.
-¿De qué depende?
-De lo bien que cocines. 


Ella levantó las cejas.


-¿Me estás diciendo que el camino hasta tu corazón empieza en el estómago? No te creo.
-Me encanta la comida. Por aquí se va al Hibiscus -dijo al ver un cartel que indicaba el camino-. Me pregunto cuál será su carta de vinos. Puesto que no nos van a cobrar más, voy a pedir una botella diferente con cada plato.
-No pienso volver en esa cosa flotante contigo después de que te hayas bebido tres botellas de vino-dijo ella.
-Yo tampoco. Si veo que me he excedido, le pediremos a alguien que nos lleve.
-De acuerdo -asintió ella-. Y no me incites a beber demasiado. Todavía no me he recuperado de mi última resaca.
-Ya, pero esa fue de whisky. El vino no te hará daño.
-Dices eso porque quieres emborracharme y aprovecharte de mí. -Él se rio.
-Cariño, no necesito emborracharte para aprovecharme de ti.

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