miércoles, 13 de junio de 2012

Anhelo Secreto- Capitulo 20- FINAL (Cap Largo)


Nick miró al reloj justo al entrar en la calle de Miley. Eran las siete pasadas. Había tardado más de una hora desde el aeropuerto hasta allí, por eso siempre trataba de no tomar vuelos que aterrizaran en plena hora punta. A menos que hubiera una emergencia.


A ojos de Nick, la había.


Habían pasado dos semanas desde el funeral y casi una semana desde la última vez que había visto a Miley, pues había tenido que trabajar en Melbourne durante siete días.


La había llamado todas las noches, por supuesto, pero la había notado distante y esquiva. La había interrogado sobre aquella extraña actitud, pero la única respuesta que había obtenido había sido que estaba cansada.


Pero Nick creía saber qué era lo que la preocupaba. Debía de tener algo que ver con su período.


Secretamente feliz ante la posibilidad de un éxito tan temprano, la había llamado desde el aeropuerto antes de tomar el vuelo de vuelta. Aún más distraída le había dicho que no podía verlo cono la excusa de que tenía que ir a casa de sus padres.


Nick, sospechando que no era verdad, había decidido ir directamente a su casa.


Las luces estaban encendidas,lo que le indicó que le había mentido y que no había ido a ningún sitio.


¿Qué demonios le estaba pasando? ¿Es que se había dado cuenta de que realmente no quería un bebé tanto como pensaba? ¿O es que no quería un hijo de él?


Nick esperaba que no fuera nada de eso. Seguramente solo estuviera confusa. Tal vez hubiera decidido no decírselo a Nick. Naturalmente, ella pensaría que aquel embarazo había sido un accidente. Puede que la preocupara que él no quisiera al niño. ¡Cómo no se le había ocurrido pensar en todo eso antes! Quizá hubiera decidido tenerlo sola y excluirlo a él por completo.


No quería ni pensar en la posibilidad de que ella tratara de librarse del bebé. No. Miley no haría jamás algo así. Además, todavía no podía estar segura de que fuera un embarazo. Podía tratarse de un retraso.


Él, sin embargo, tenía la certeza de que no era un retraso. Miley llevaba a su hijo dentro. Por eso estaba actuando así.


Había llegado el momento de una confesión.


Sintió un fuerte cosquilleo en el estómago. Nunca antes había sentido tanto nerviosismo. Ni siquiera la primera vez que había expuesto sus fotos. Pero era mucho más fácil ser juzgado como profesional que como hombre.


¿Y si Miley no lo quería como padre? ¿Entonces qué?


No sabía lo que haría. Lo único que sabía era que tenía que ir subiendo los escalones uno a uno.


Miley no conseguía concentrarse en nada. Se dirigió a la cocina y comenzó a prepararse una taza de café con el solo propósito de ocuparse en algo.


No podía estar embarazada. Nick había usado protección.


Pero los condones no eran cien por cien seguros. Nada lo era, excepto la abstinencia.


Sin duda, lo que habían practicado en Dream Island no había sido precisamente la abstinencia, sino el tipo de sexo que podía hacer fácilmente que un condón se rompiera.


Un pequeño agujero era todo lo que se necesitaba para un embarazo. Y el momento había sido el propicio. Aunque no habían practicado sexo el jueves, sí lo habían hecho el miércoles por la noche, y los espermatozoides vivían cuarenta y ocho horas.


¡Dios Santo!


En ese momento, sonó el timbre de la puerta. No podía ser Demi, porque acababa de hablar con ella por teléfono. Le había dicho que un día y medio de retraso no era motivo de preocupación pero que, en cualquier caso, debía ir a comprar un test a la farmacia.


Pero Miley ya sabía cuál iba a ser el resultado. Estaba embarazada de Nick, lo sabía.


El timbre sonó por segunda vez. Tampoco podían ser sus padres. Aquella noche había rifa en el club y su madre jamás se la perdía.


Era poco probable que fuera algún vecino, pues no conocía a nadie aún en aquella zona.


Estaba segura de que era Nick. Había notado el desconcierto en su voz cuando le había dicho que no fuera a verla. Pero, sencillamente no se sentía con ánimos de enfrentarse a él.


El miedo había empezado el día anterior, cuando había pasado el mediodía sin que le hubiera venido el período.


Ya podía imaginarse todo lo que acontecería: Nick no querría el niño y haría que se sintiera fatal ante la decisión de tenerlo. Incluso podría ser que tratara de convencerla de que abortara.


No, no podía soportar la idea. Era de él de quien se tenía que librar, no del bebé.


El sonido del timbre se transformó en unos golpes en la puerta y una llamada a viva voz.


-Sé que estás ahí, Miley, así que, por favor, ábreme. No me voy a ir hasta que no hable contigo.


Miley hizo acopio de valor.


«Esta es tu oportunidad. Él ya sabe que le has mentido respecto a esta noche. Se preguntará por qué. Es el momento perfecto para decirle que no quieres volver a verlo, que esta relación, más allá del sexo, no está funcionando para ti», se dijo ella.


En cuanto abrió la puerta, Nick se dio cuenta de que Miley tenía problemas. Su mirada era, una vez más, esa terrible combinación de hielo y metal. La había visto antes, la primera vez que se encontraron en su casa.


-Pasa -dio ella secamente-. Perdona mi aspecto, pero no esperaba visitas esta noche.


Llevaba un chándal blanco y negro, el pelo suelto y nada de maquillaje. Estaba aún más encantadora que de costumbre.


-Estaba haciendo café -se dio la vuelta y se encaminó hacia la cocina-. ¿Quieres una taza?


Nick quería ir directamente al grano, olvidándose de cortesías.


-No -le dijo con firmeza, cerrando la puerta de la calle-. No he venido aquí para tomar café.


Se sentó en uno de los sillones de piel, se acomodó y la miró de arriba abajo. Ella sintió que los pezones se le endurecían y se enfureció.


-Si has venido por sexo, Nick, lo siento pero hoy no. Ni hoy ni nunca más. Esto se acabó.
-Creo que sé qué es lo que te pasa -dijo él directamente.
-¿A mí?
-Sí, a ti. No te ha venido el período.


Ella lo miró boquiabierta y dejó que los brazos cayeran como sin vida a los lados de su cuerpo.


Nick había acertado. Estaba embarazada.


De pronto, perdió todos sus miedos, solo sentía alegría y orgullo. Miley aún no lo sabía, pero él iba a ser un gran padre, y un gran marido si ella se lo permitía.


-Entiendo tu reacción -dijo él cuidadosamente-. Pero no tienes de qué preocuparte. Estoy aquí para decirte que, si estás embarazada, yo os apoyaré a ti y al niño en todos los sentidos.


Ella se quedó en absoluto silencio.


-Se te ha retrasado, ¿no? -le preguntó de nuevo. Ella parpadeó y sacudió la cabeza como si tratara de aclarar sus pensamientos.
-No entiendo nada de esto -dijo ella, agitando las manos en el aire-. ¿Por qué has pensado que estoy embarazada?
-Tengo que confesarte algo. Cuando estábamos en Dream Island se rompió el condón una de las veces.


Miley se sobresaltó.


-Eso es lo que pensé que podía haber ocurrido. Pero ¿por qué no me lo dijiste?
-No quería preocuparte y, en cualquier caso, no se podía hacer nada más que buscar un médico y pedirle que te diera una pildora «del día después». Pero, sinceramente, pensé que no querrías tomar esa opción. ¿Me equivoqué?


La expresión de sus ojos le dijo que ni siquiera se le habría ocurrido pensarlo.


Miley se dejó caer pesadamente sobre e! sillón.


-¿Cuándo ocurrió eso?
-El miércoles. 


Ella frunció el ceño.


-La noche que nos fuimos a cenar.
-No, fue antes, por la tarde.
-Así que todas esas preguntas que me hacías sobre si pensaba quedarme embarazada en mi luna de miel eran para averiguar si podía haber ocurrido o no.
-Sí -admitió él.
-Debías de estar muy preocupado.
-No, la verdad es que no.
-¡Pero es una locura! Tú mismo me habías dicho que nunca has querido ser padre.
-Por extraño que parezca, cuando se convirtió en una posibilidad real me empezó a gustar la idea.
-¡Te empezó a gusta la idea! -exclamó ella sorprendida al principio y furiosa después-. ¡Un bebé no es una idea, Nick, es una realidad, una responsabilidad de por vida!
-¿Y crees que no sé eso? -él también se enfureció-. He tenido más tiempo que tú para mentalizarme de lo que supone la paternidad, y, a pesar de todo, me gusta la idea. Para que lo sepas, cuando me di cuenta de que las posibilidades de embarazo no eran del cien por cien, tomé la decisión consciente de hacer lo necesario para que concibieras.


No había terminado aún de decir aquellas palabras, cuando se dio cuenta de que había cometido un grave error. Miley ya estaba teniendo suficientes problemas para asimilar su embarazo accidental como para digerir aquello. Su empeño por hacerle entender que realmente quería aquel niño podía volverse en su contra. De pronto, lo que le había parecido una maravillosa y romántica idea aquel miércoles por la noche en Dream Island empezó a mostrar una cara no tan hermosa.


-¿Qué es lo que hiciste? -preguntó ella perpleja. El gesto culpable de Nick fue suficientemente revelador.
-Nick, no puedes ser... -dijo ella.
-Bueno, yo...
-¡Lo hiciste! Me hiciste el amor sin usar protección y me emborrachaste para que no me diera cuenta.
-Bueno, la verdad es... -tartamudeaba como un idiota.
-¿Cómo te has atrevido a hacer algo así sin mi permiso? ¿Cómo te has atrevido a pensar que tenías derecho? ¿Qué tipo de hombre eres? -se levantó y se puso en jarras.


Su furiosa mirada acabó por calentar el ánimo de Nick, que se puso en pie con idéntica fuerza.


-¡Estoy locamente enamorado de ti! -respondió él-. Y lo haría otra vez. De hecho, estaba dispuesto a hacerlo las veces que fueran necesarias -ella lo miró perpleja-. No podía soportar la idea de que la mujer a la que amaba llevara en su vientre al hijo de un extraño, cuando yo quería que llevara al mío. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, a romper cualquier regla, a cruzar cualquier frontera, para conseguir mi objetivo. No me avergüenza reconocerlo. Te amo, Miley-proclamó en alto-. Y creo que tú a mí también me amas, pero tienes miedo de reconocerlo. Sin embargo, no tienes nada que temer. No soy como los demás hombres con los que te has encontrado. Puede que me haya comportado como un necio durante un tiempo. Pero al ver a Delta me curé del todo. Me di cuenta de que me encaminaba hacia un futuro como el de ella: vacío y triste, sin nadie a quien amar. Aquella noche te tenía allí, delante de mí y me di cuenta de lo que realmente quería: te quería a ti como esposa y madre de mis hijos. Te quiero, Miley. Dime que tú también me quieres.


Miley lo miró torturada por una mezcla de sentimientos contradictorios. Sentía confusión, angustia, junto con una porción de esperanza desesperada.


-El amor es mucho más que el sexo, Nick.
-Lo sé.
-¿De verdad? ¿Estás seguro de que lo sabes? ¿Y yo? A veces la línea entre deseo y amor es muy confusa. Tantas veces creí estar enamorada y siempre acabé con el corazón roto.
-Puedo entender tus miedos. Yo también solía temer el amor. Pero la vida sin ese sentimiento no vale nada. Incluso el estúpido de Liam encontró el amor. Solo quiero que me digas si crees que estás enamorada de mí o no.


Ella gimió incapaz de admitir nada.


-De acuerdo -dijo Nick-. No tienes que decirlo. Lo diré yo por los dos. Nos queremos. Nos enamoramos desde el primer momento. Esa es la verdad y no puedes negármela. Pero no te voy a pedir que te cases conmigo, no de momento. Lo único que te pido es que me permitas ser parte de tu vida y de la del bebé.


Miley no podía pensar. Las cosas iban demasiado deprisa para ella.


-Pero si ni siquiera sabemos si hay un bebé.
-Pues entonces descubrámoslo. Vamos a ver al médico. Iremos a una de esas clínicas de veinticuatro horas.
-No hace falta eso. Basta con ir a la farmacia.
-Pues vamos.


Nick notó que la tensión crecía durante el camino de ida y vuelta.


Al regresar a casa, leyeron las instrucciones. Luego Miley se metió en el baño.


Nick esperó impaciente durante unos minutos. Pero, al ver que el tiempo pasaba y que ella no bajaba, decidió subir.


-¿Miley?¿Por qué tardas tanto? -le dijo desde la escalera.


Finalmente, ella apareció, totalmente pálida.


Nick la miró lleno de amor.


-Cariño, no te preocupes. Un bebé era lo que más deseabas en el mundo, ¿no es así?
-Pero es que no hay bebé. El test ha dado negativo.
-Oh, Nick! -gimió ella, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Nick puso a un lado su propia decepción y subió los escalones que los separaban para tomarla en sus brazos.
-No te preocupes, amor mío -le murmuró apretándola con fuerza-. Haremos un bebé el próximo mes. Ya lo verás. Tranquila, cariño, no llores. Ya sabes lo que se dice: «Si no lo consigues a la primera, inténtalo cuantas veces sea necesario».


Pero nada parecía consolarla. Lloró y lloró sin parar. Nick llegó a la conclusión de que aquel llanto no era solo por la decepción del embarazo, sino por todas las decepciones que había sufrido en su vida.


Finalmente, ella se derrumbó en sus brazos y él la subió hasta el dormitorio.


Abrió la cama, la dejó sobre ella, le quitó los pantalones y la cubrió con la sábana.


-No te vayas -le rogó ella llorando.
-No me voy a ir -le prometió-. Solo voy a prepararte algo caliente para beber.
-No, no quiero beber nada. Solo quiero que te quedes aquí conmigo y que me abraces. Me siento segura cuando me abrazas.


El suspiró. ¿Cómo iba a conseguir limitarse solo a abrazarla? No tenía otra opción, porque Miley lo necesitaba como amigo en aquel momento, no como amante.


Nick se quitó los zapatos y se tumbó a su lado completamente vestido. Esperaba que eso lo ayudara. Y lo hizo al principio. Pero, al final, ninguno de los dos parecía contento con tan platónico abrazo. Fue Miley la que empezó a acariciarlo y a desvestirlo. Miley decidió que lo necesitaba, tal y como las mujeres habían deseado a los hombres a los que amaban desde el principio de los tiempos.


Hicieron el amor, pero en aquella ocasión fue distinto a todas las demás: lento, suave, dulce.


Se acariciaron y se besaron llenos de amor, hasta que su deseo los llevó a fusionarse juntos. Y cuando el climax llegó los llenó de paz y contento.


-Te quiero, Nick -le murmuró ella, mientras yacía en sus brazos.


Nick suspiró y le acarició el pelo.


-Bien,
-Y quiero casarme contigo -añadió ella-. Si tú todavía lo quieres.
-Aún mejor.
-Pero no me gustaría tener que esperar a que nos casemos para quedarme embarazada. ¿Podemos intentarlo de nuevo el mes que viene?
-Estoy en tus manos, Miley.


Ella lo abrazó con fuerza y Nick se sorprendió a sí mismo con lágrimas en los ojos. Eran lágrimas de amor, un amor profundo y único.


Y se quedó pensando sobre su futuro aún mucho después de que ella se hubiera quedado dormida.


-Quiero que vengas a comer con mi madre mañana -le dijo a la mañana siguiente mientras desayunaban.


Miley se apartó el pelo de la cara.


-¡Dios Santo! ¿Tú crees que le caeré bien?
-Te va a adorar.
-¿De verdad lo piensas? Las madres siempre me preocupan. Te ha tenido para ella sola todos estos años, y seguro que eres el centro de su vida.


Nick se rio. Para su madre había sido un niño muy difícil y un adolescente aún peor. Desde siempre había tenido muy claro que quería llegar a ser un buen fotógrafo, y más claro aún que no quería tener problemas de dinero. A los dieciséis años usó los pocos ahorros que tenía para convertir el garaje en un laboratorio fotográfico, condenando al coche de su madre a dormir en la calle.


A pesar de que lo quería con locura, para ella había sido un bendición que se marchara de casa.


-Créeme, Miley-le dijo-. Mi madre no es una madre típica. Tiene su propia vida, sus amigos, sus placeres y sus pasatiempos. Lo que quiere es verme casado, para no tener que preocuparse por mí mas. Claro que le gustaría tener uno o dos nietos. Por cierto, ¿te ha venido el período?
-No. Y la verdad es que no lo entiendo. Nunca se me retrasa,
-Quizá el test no dio el resultado correcto.


Miley sintió un cosquilleo en el estómago. No se le había ocurrido pensar en eso.


-Pero seguí las instrucciones correctamente.
-Sí, pero llevas poco tiempo de retraso. ¿Con cuánto tiempo puede detectar el embarazo?
-Cuando estás de dos semanas.
-Pero ayer hacía solo dos semanas y un día. Estás en la frontera. Quizá deberíamos comprar otro test e intentarlo de nuevo dentro de un par de días.


Miley no quería hacerse ilusiones. Sus emociones ya estaban lo suficientemente alteradas por los últimos acontecimiento. Jamás antes había llorado como lo había hecho la noche anterior. Pero debía reconocer que aquel llanto había sido un verdadero alivio y la había ayudado a limpiarse por dentro. Luego habían hecho el amor de tal modo, que solo eso la había llenado de una felicidad única. Saber que Nick la quería era suficiente. Ya tendrían un hijo. No tenía por qué apresurar las cosas. Tampoco tenía que torturarse con otro test. Lo mejor que podía hacer era esperar con calma a que el período le bajara e intentarlo en el próximo ciclo.


-No -dijo ella-. No quiero hacer eso. Seguro que me va a bajar si me tranquilizo. Creo que es el estrés el causante del retraso.
-Es posible que tengas razón. De ahora en adelante vas a estar relajada y feliz.
-Suena estupendo. ¿Y qué vamos a hacer hoy?
-Te voy a llevar a comprar un anillo de compromiso. Así, cuando vayamos a casa de mi madre mañana, sabrá que voy en serio con lo de la boda. Aunque me va a costar igualar el pedrusco que llevas puesto y que, supongo, te lo dio Liam.


Miley frunció el ceño.


-No estarás celoso de Liam, ¿verdad?
-Bueno...
-Pero no tienes por qué. No lo amaba.
-Ya, pero tienes muchos recuerdos de él por todas partes. El anillo, por ejemplo, y este lugar. No me importa lo del dinero pero ¿tienes que vivir en esta casa?
-Esta no era realmente la casa de Liam. Nada refleja su personalidad. La compró ya amueblada. Pero, en cualquier caso, no me importa mudarme a la tuya, Nick, si lo prefieres. Aunque tu casa no es adecuada para una familia. ¿Qué te parecería si vendiéramos las dos casas y nos compráramos una juntos?
-Una estupenda idea -Nick sonrió satisfecho-. Y ahora, vistámonos para ir a la ciudad de compras.
-¿Estás seguro de que puedes permitirte algo tan caro? -le preguntó Miley una vez en la joyería.
-No hay problema. Le pediré a mi banquero otra hipoteca.


Miley lo miró alarmada.


-¡No me importa que me compres otro más barato!


Nick sonrió y la besó.


-No seas tonta. Era solo una broma. Puedo pagar este anillo sin problemas. Puede que no sea multimillonario, pero tengo lo suficiente para mantener una familia. Soy un fotógrafo de éxito y un astuto inversor. Se lo diré a tu padre cuando le pida tu mano.
-¿Cuándo qué?
-Como tú misma me dijiste, Miley, tus padres son de otra generación. Quiero hacer las cosas como es debido con tu padre y con tu madre.
-Solo con casarte conmigo ya te habrás ganado a mi madre. Nick sonrió.
-Me di cuenta de eso cuando se lo dije en el funeral.


Miley sonrió.


-Eres un demonio, Nick Jonas. Pero te quiero igualmente.
-Es lo menos que puedes hacer después de costarme tanto dinero.
-No te preocupes -le murmuró al oído, besándole la mejilla-. Si te quedas sin nada, yo tengo mucho.
-Pero ya no estoy tan seguro de que me guste que Liam te haya dado todo ese dinero. Un hombre necesita ser capaz de mantener a su familia. Quiero ser indispensable y no solo por mi cuerpo -Miley se rio-, ¿Qué te hace tanta gracia?
-Te estás poniendo todo salvaje y posesivo conmigo. ¿Quién lo iba a decir, después de que me dejaste comprar tu cuerpo para hacer lo que quisiera con él durante dos semanas?
-¡Eso no es así!
-Sí, claro que sí. No pagaste nada en Dream Island.
-Sí que pagué algo.
-¿Qué?
-Los condones.
-Solo la mitad.
-Pensé que tres docenas serían suficientes. ¿Cómo iba a imaginarme que iba con una ninfómana?


Los dos se dieron cuenta de que todo el mundo se había detenido y los estaba mirando. Sin duda habían oído su provocativa conversación.


Miley se ruborizó mientras Nick se reía.


-¡Qué vergüenza! -gritó Miley una vez que hubieron pagado el anillo y ya estaban fuera-. ¿Qué habrán pensado de nosotros?
-Probablemente que tú eres una dama rica y yo tu gigoló.


A Nick le encantaba verla mortificada. Tenía tantas contradicciones en lo que al sexo se refería: era salvajemente desinhibida de puertas para dentro, y recatada y puritana en público. Estar con ella era como estar con una virgen y con una vampiresa al mismo tiempo.


-Vayámonos de aquí -le rogó Miley, y se lo llevó rápidamente a la calle-. ¡Menos mal! -dijo ella una vez fuera-. Nick, mira, una farmacia. Podría comprar otro de esos test.
-Creía que no querías hacerte la prueba.
-Lo sé. Pero he cambiado de opinión.
-¿Y eso?
-Bueno, es que siento algo extraño en los senos.
-¿Qué quieres decir?
-Pues que noto los pezones tirantes. 


El la miró con una sonrisa picara.


-Hay otras explicaciones para eso aparte de un embarazo, cariño. Te has sentido avergonzada por lo que ha pasado en la tienda, y eso te ha puesto caliente.
-¡No! -se sintió aún más avergonzada ante semejante idea.
-Sí, claro que sí. Pero no vamos a discutir por eso en público. Compremos otra prueba de embarazo y nos vamos a mi casa.


Al pensar que ella podía estar excitada, él también se había excitado. Estaba ansioso por tenerla en sus brazos. Tenía además intenciones de fotografiarla después de que hicieran el amor. Era su momento de mayor esplendor, cuando estaba relajada y sumida en una hermosa ensoñación.


Desde hacía tiempo ansiaba captar aquel estado con su cámara. Solo le haría retratos.


Pero nada más llegar a la casa, ella subió escaleras arriba a toda prisa con la prueba en la mano.


Nick se fue por la cámara a pesar de todo, pero consciente de que era una pérdida de tiempo. En cuanto viera que el test era negativo, su estado de ánimo cambiaría.


Una vez más, estuvo arriba demasiado tiempo. Nick solo esperaba que no se hubiera metido en el dormitorio a llorar desconsoladamente. Al cabo de un rato, decidió subir, aunque no se molestó en llevar la cámara.


-Miley -llamó a la puerta del baño-. Por favor, tranquilízate.


La puerta se abrió en aquel momento y ella apareció con el rostro cubierto de lágrimas.


-No debería haberte permitido que compraras esa maldita caja -le murmuró. Odiaba verla triste-. Miley, no tienes por qué ponerte así.


Inesperadamente, ella sonrió y una chispa relumbrante apareció en su mirada.


-No estoy triste, Nick. Lloro de alegría. El test ha dado positivo. ¡ Estamos embarazados!


Nick supo que aquel era uno de los momentos más importantes de su vida.


Un mes después, se casaron y Nick disfrutó feliz del acontecimiento, a pesar de tener que soportar las fotos de Joe y sendas madres llorando y abrazándose.


Pero nada fue tan mágico como el nacimiento de su primer hijo. Nick jamás olvidaría el gesto de Miley al sentir a su recién nacido sobre el pecho.


-Me gustaría llamarlo Michael, Nick, como tu padre -le había dicho.


Sí, aquel sería un momento que recordaría para siempre con una claridad única, a pesar de que las lágrimas le habían empañado los ojos.





Fin.
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Listo Anita termine de subirte la nove :) y quiero aclarar a TODOS que es ADAPTADA para que luego no me salgan con q eso y el otro ok? no me acuerdo quien la habia subido la verdad perdi el nombre pero si ve esto me encanto la nove y gracias por subirla :) espero que no te moleste q la haya subido.




Bye las quiero :)

1 comentario:

  1. VALEEEERIAAAAAAAAAA!!!!!!!! amo estas dos noves que subiste. *-* muchas, muchas, MUCHAS GRACIAS X BUSCARLAS! :') hsdjkfjsdghfjasdbhk ayyweyyy. :'D okya. Bueno, tengo que hacer tarea. :S hablamos luego! ^^ te quiero <3

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