martes, 12 de junio de 2012

Huracan De Deseo- Capitulo 5


Nick, que paseaba por el despacho con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, se paró delante de las ventanas para mirar el cielo de L.A


Había pasado todo el fin de semana asegurando a sus parientes que estaba bien y que solo necesitaba volver al trabajo. Pero tenía que lidiar con lo que ocurrió allí el viernes por la noche.


Por supuesto, tendría que enfrentarse con Miley. Apenas podía creer que hubiera pasado. Lo recordaba como un sueño, como algo irreal. Pero no estaba tan borracho como para no darse cuenta de que, simplemente, había perdido el control. Con su secretaria.


Y temía haberla forzado a hacer algo que, en otras circunstancias, ella habría encontrado repulsivo.


Nick miró, distraído, la pantalla del ordenador.


¿Qué le había contado?, se preguntó. ¿Se habría tirado encima, sin mediar palabra?
Pensó entonces que quizá Miley no iría a trabajar aquel día. Y si era así, no podría culparla.


Pero apareció.


Aunque la idea de enfrentarse con él después de lo que había pasado era aterradora, Miley fue a trabajar el lunes por la mañana.


Solo dudó un momento al verse frente al imponente edificio. Pero, respirando profundamente, empujó las puertas giratorias.


Varios compañeros la saludaron y ella les devolvió el saludo, preguntándose si verían algo 
diferente, si verían en su cara el estigma de lo que había pasado.


Subió a la quinta planta, la planta ejecutiva, y antes de entrar en su despacho miró hacia el ascensor. ¿Y si salía corriendo?


Quizá Nick no estaría en el despacho, se dijo. Quizá no recordaría lo que ocurrió el viernes por la noche. Amnesia temporal debida a la ingesta de alcohol. Solía ocurrir.


Pero cuando entró en el despacho lo vio tras su escritorio, tan serio, tan seguro de sí mismo como siempre.


Nick levantó la cabeza y ella sonrió, sin saber qué hacer.


—¿Quieres un café? —preguntó, quitándose el abrigo.
—Creo que tenemos que hablar, ¿no te parece?


De modo que se acordaba. ¿De verdad había esperado que no fuera así?


—Hay tantas cosas que hacer los lunes por la mañana... ¿no sería mejor ponerse a trabajar?
—Entra y cierra la puerta, por favor. Le he dicho a Christina que no me pase llamadas.


Podía ver el miedo en su cara, el deseo de no hablar de ello. Y Nick se sintió, de nuevo, disgustado consigo mismo.


Tenía que emborracharse y caer encima de la persona más desvalida. Miley nunca había mostrado sentirse atraída por él. Era la mujer más discreta que había conocido nunca. Aun estando casado, Nick era un imán para las mujeres, incluyendo las mujeres casadas. Aunque el pensamiento era desagradable, habría preferido entrar en un bar y marcharse a casa con una profesional.


Cualquiera excepto aquella chica de ojos enormes que lo miraba, angustiada, desde la puerta.


—Siéntate. Tenemos que hablar sobre lo que pasó el viernes por la noche.
—¿No sería mejor olvidarlo, Nick? Los dos somos adultos y esas cosas pasan...
—¿Prefieres que lo hablemos fuera de la oficina? Hay una cafetería aquí al lado...
—No, podemos hablar aquí —lo interrumpió Miley.
—Muy bien. Para empezar, quiero disculparme por lo que pasó. Mi comportamiento fue imperdonable.


Entonces una imagen apareció en su mente: la imagen de dos pechos pequeños, perfectos, con unos pezones rosados en contraste con la piel pálida... y tuvo que sacudir la cabeza.


—Mi única excusa es que la situación era... fuera de lo normal.
—Sí, por supuesto —murmuró ella.


Había visto su expresión de disgusto y tuvo que hacer un esfuerzo para no salir corriendo de la oficina. Nick estaba disculpándose, pero intuía que encontraba su comportamiento tan repelente como el suyo propio. Su comportamiento y probablemente, su cuerpo.


—Acababa de pasar por una experiencia traumática...


¿Qué le había dicho?, se preguntó entonces. ¿Le habría contado los detalles de su matrimonio? ¿Se habría puesto a llorar?


No, pensó. Él no haría eso.


—Quizá te hablé de mi vida...
—No, en absoluto. Yo... mira, entiendo que estabas muy disgustado, muy triste, y que bebiste demasiado.

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