miércoles, 13 de junio de 2012

Anhelo Secreto- Capitulo 4


Miley miró al hombre que tenía enfrente y se preguntó qué tipo de amante sería.


«No lo vas a averiguar jamás», le dijo su conciencia.


-Me tengo que ir -dijo su madre-. Nos estábamos marchando. ¿Cuándo vas a venir? ¿Vendrás a cenar esta noche?


Miley había estado viviendo con sus padres durante las últimas semanas. Había dejado su piso y su trabajo como recepcionista en una empresa de arquitectos. Liam y ella tenían intenciones de intentar tener un niño de inmediato.


-Creo que sí -le dijo a su madre, mientras mantenía la mirada fija en el hombre que tenía enfrente-. A menos que Liam quiera salir esta noche. Si llama ahí, pregúntaselo. Y dile que estaré de vuelta en casa como muy tarde a la una.
-Se lo diré, cariño.
-Adiós, mamá.


Colgó y se inclinó para darle unos toquecitos al álbum que estaba sobre la mesa.


-Realmente impresionante -dijo, mirando a Nick con total frialdad, mientras sus pensamientos tenían otra temperatura muy distinta. Era una pena que no lo hubiera podido mirar así cuando le había preguntado si iba a ir de blanco en la boda y ella se había ruborizado inesperadamente. Al menos había sido capaz de recobrar el control. Gracias a Dios.


Dejó el teléfono sobre la mesa y abrió el álbum por una página en la que aparecía una mujer con un traje de noche.


-Me gusta mucho esta foto. Si puedes reproducir cosas así, entonces estás contratado.
-Yo no «reproduzco» nada, Miley -respondió él-. Soy un artista, no un copista. -Miley se impacientó.
-¿Quieres este trabajo o no? -le preguntó con cierta violencia.
-Como ya te he dicho, esto no es más que un favor a Joe. La cuestión es si tú me quieres... o no me quieres.


Miley lo miró fijamente, tratando de mantener la compostura. Sí él hubiera podido leerle el pensamiento...


-Supongo que tendré que decir que sí.
-¡Cuánto entusiasmo! ¿Cuándo y dónde? «Qué te parece aquí y ahora».
-La boda es a las cuatro en punto en la iglesia de san Christopher, en Burwood, dentro de quince días desde hoy. La fiesta se celebrará en un palacio de Strathfield llamado Babylon.
-Suena muy exótico.


Sí lo era. Y es que Miley tenía un gusto especial por lo exótico. Aunque jamás se podría adivinar viéndola. Su cuento favorito era Aladino y a menudo tenía el sueño secreto de ser parte de un harén y de ir vestida con sensuales trajes líenos de gasas.


-¿Quieres que antes de nada pase por tu casa? -le preguntó él-. Muchas novias quieren eso. Aunque algunas están demasiado nerviosas para posar en ese momento. Cuando me dedicaba a 
hacer reportajes de bodas, desarrollé un método infalible para que se relajaran.
-Ya... -dijo ella, tratando de detener su traviesa imaginación sin conseguirlo.
-Joe daba una copa de algo fuerte -dijo él entre sorbo y sorbo de café.


Ella mantuvo el gesto inalterable con mucho esfuerzo.


-Yo no bebo -mintió ella.
-Me lo imaginaba -murmuró él y ella estuvo a punto de perder la compostura y soltar una carcajada.


Estaba claro que pensaba que era una remilgada.


-No te preocupes -dijo ella-. No estaré nerviosa.Y sí, seguro que mi madre quiere que vengas a casa antes de salir. Te escribiré la dirección y el número de teléfono.


Sacó del bolso una tarjeta de más que tenía de su peluquero y le escribió la dirección de sus padres en la parte de atrás.


-¿Qué te parece a las dos de la tarde ese mismo día? -le sugirió ella, le dio la tarjeta y se puso de pie.
-¿Es este tu peluquero habitual? La pregunta la desconcertó.
-Sí.
-¿Te ha peinado hoy?
-No. Me he peinado yo. Solo voy a la peluquería para cortarme el pelo. Normalmente me gusta hacermeló yo -además de lo caro que era, le gustaba más llevarlo a su modo.
-Pero ¿te van a peinar para el día de la boda?
-Sí.
-Espero que no como vas ahora -se metió la tarjeta en el bolsillo.


Miley lo miró sorprendida.


-¿Qué tiene de malo cómo lo llevo?
-Es demasiado severo. Si lo vas a llevar recogido, necesitas algo más suave y unos cuantos mechones cayendo por el rostro.


Antes de que ella pudiera reaccionar, él ya estaba a su lado, tocándole el pelo, las mejillas, el cuello.


Una cosa era permanecer fría mientras solo era una idea y otra muy distinta hacerlo mientras sentía sus manos sobre ella. Sus dedos dejaban impreso su calor sobre su piel, provocándole un estremecimiento que la recorría de arriba abajo.


-Tu pelo está muy liso -dijo él, mientras sacaba algunos mechones-. ¿Tienes unas tenacillas?
-No -dijo ella a duras penas. Sabía que se tenía que separar de él, pero se sentía incapaz de hacerlo. No podía dejar de mirarlo y de preguntarse cómo sería desnudo.
-Te sugeriría que te compraras unas. Son baratas.


Ella alzó la mirada y descubrió que ya no estaba mirando su pelo, sino su boca. Durante un largo y terriblemente excitante momento, ella pensó que iba a besarla. Sus labios se entreabrieron como consecuencia de la excitación. Sin embargo, no la besó y la decepción fue inmensa.


Pero ¿qué habría sucedido si lo hubiera hecho?


Solo la idea de estropear lo que tenía con Liam la ponía enferma.


-Tengo que irme -dijo ella y se agachó para recoger su bolso. Tenía que salir de allí a toda prisa-. Si no hablamos hasta entonces, te espero en casa de mis padres a las dos, dentro de quince días.
-Nunca llego tarde a mis citas.
-Bien. Hasta entonces.


Él asintió y ella se encaminó hacia la puerta, golpeándolo con el bolso al pasar junto a él. No le pidió disculpas ni miró para atrás. Continuó andando, conteniendo la respiración, hasta que llegó al coche.


En cuanto se alejó de aquella casa sintió un profundo alivio. Pero luego fue indignación y rabia lo que siguió: contra ella misma, contra todos los Nick Jonas del mundo y contra el destino. ¿Por qué Joe no le había recomendado un fotógrafo como él, un hombre de mediana edad, casado, conservador, con tres hijos y un perro?


Al mirar por el retrovisor recordó que tenía mechones de pelo cayéndole por el rostro, cortesía de Nick Jonas. Se soltó el moño y dejó que la cascada de pelo rubio cayera sobre sus hombros.


-Quizás preferiría que lo llevara así -dijo en alto, mientras aceleraba-. Menos mal que no me ha sugerido que vaya de lady Godiva en mi boda. Podría ser la primera novia a la que fotografían desnuda.


Después de insultarle y culparlo de todos sus males, y de encontrarse con un tráfico infernal, llegó a casa realmente estresada.


Al aproximarse a la entrada de sus padres y cuando su excitación comenzaba a ceder, se encontró con otra sorpresa. El coche azul de Liam estaba en la puerta y él estaba aún dentro. Aparcó el coche detrás y salió.


Nada más aparecer, él miró con extrañeza su pelo suelto. Ella se ruborizó sintiéndose culpable. No había hecho nada para sentirse así.

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