martes, 12 de junio de 2012

Huracan De Deseo- Capitulo 15


Lo había dicho sin pensar, como tantas veces le ocurría estando con Miley. Y no quería hacerlo, no quería contarle su vida, no quería hablarle de sí mismo.


-No me refería a ti.
Nick hizo un gesto con la mano, como pidiéndole que olvidase el comentario.


-Está clero que se ha dejado manipular, pero el culpable de todo esto es Rawlings y estoy deseando que aparezca por aquí.
-Si aparece por aquí -murmuró Miley, mirando los papeles. Allí había trabajo para una semana, desde luego-. ¿Quieres que me ponga con esto?
-Sí, por favor. Yo voy a ver si es verdad eso del huracán. Si no es así, puede que dentro de poco estemos a bordo de una avioneta buscando al desaparecido Rasvlings por todas las islas.




-Que hacemos ahora? -preguntó Miley, nerviosa.


Se había confirmado la llegada del huracán. Mucho antes de lo previsto.


Nick, en ausencia del director del hotel, había reunido a todos los clientes en el vestíbulo para decirles quién era e informarles de que el huracán no azotaría la isla directamente, pero sí recibirían el impacto de una forma u otra.


-No podemos hacer nada más que esperar -murmuró él, pasándose una mano por el pelo-. Lo has hecho muy bien, por cierto.


Mejor que bien, en realidad. Había hablado con los clientes aparentando tranquilidad, como si se enfrentase con un huracán todos los días.


-Gracias.
-Al menos hemos podido dormir esta noche -suspiró nick, mirando su reloj-. ¿Tienes miedo? ¿O es una pregunta tonta?
-Es una pregunta tonta.
-Si los meteorólogos no se equivocan, solo tendremos fuertes vientos y mucha lluvia.
-Solo unas «ligeras inundaciones» -intentó bromear ella.


Nick sintió el deseo de estrecharla en sus brazos. Las mujeres que se hunden durante una crisis son un fastidio, pero no las que intentan mantener la apariencia de normalidad en una situación extraordinaria.


Y Miley intentaba aparentar normalidad. Con aquel pantalón corto y la camiseta ancha, parecía más un chico que una chica.... y lo volvía loco.


-¿Tú tienes miedo? -preguntó ella entonces.
-¿Parezco el tipo de hombre que tiene miedo de algo? -intentó bromear Nick.
-Todo el mundo tiene miedo de algo.
-Batallar contra los elementos no me asusta. Lo que sería aterrador es que alguno de los clientes sufriera un ataque de pánico. Nunca había visto una gente más asustadiza.
-Sí, es verdad.


Miley se sintió agradecida por estar con Nick en aquella situación. Sin él habría sido mucho más difícil...


Entonces se dio cuenta de que no había pensado en joe ni una sola vez desde que llegó a la isla.
Y también se dio cuenta de que, por muy agradable que fuera, por muy cómoda y pacífica que su vida pudiera ser con joe, tenía que dar por terminada la relación en cuanto llegase a Londres.


-Tres hombres han protestado porque iban a perderse unas reuniones de trabajo si el huracán duraba más de tres días. Como si nosotros pudiéramos controlar los fenómenos meteorológicos.
-La gente rica suele ser así de caprichosa -sonrió Miley.
-¿Has llamado a tu novio para decirle lo que está pasando?


Ella se puso colorada.


-No... la verdad es que todo ha sido muy rápido.


La prueba concluyente de que su relación con joe no iba a ninguna parte y que no era el hombre de su vida.


-Pues quizá deberías hacerlo. Puede que nos quedemos sin teléfono, A menos, claro, que no te importe demasiado.


Miley se levantó de un salto para dirigirse al teléfono. joe no estaba en casa, de modo que dejó un mensaje en el contestador explicándole lo que pasaba y diciendo que no debía preocuparse.


-¿No está en casa? -preguntó Nick.
-No.
-¿A estas horas? Ah, claro, en Londres son las tres de la mañana. No estará de juerga, ¿verdad?
-A veces duerme en casa de su madre. Por lo visto, es un poco paranoica con la seguridad y joe duerme con ella de vez en cuando para que se quede tranquila.
-Ah, ya veo. Qué raro.


A ella no le había parecido raro cuando joe se lo contó. De hecho, le pareció un detalle por su parte.


-Es un buen hijo.
-Sí, ya -murmuró Nick, preguntándose si debía presionarla un poco más. La sombra de joe se había convertido en un estorbo para él-. ¿Y qué haría si os casarais? ¿Seguiría durmiendo con su madre?


Estaba desesperado por oír que no estaban hechos el uno para el otro, que había cometido un 
error saliendo con él.


-No lo sé -contestó Miley -. ¿No deberías salir para ver cómo está nuestro rebaño?
-Seguramente haría lo más sensato -siguió él, sin dejar que cambiase de tema.
-¿Y qué es lo más sensato?
-Seguramente vender su apartamento y pedirte que te vayas a vivir con él a casa de su madre. 


Y te aconsejo que no aceptes ese arreglo. Las suegras pueden ser muy difíciles, especialmente con un hijo único...


-Gracias por el consejo.
-De nada. De hecho, deberías preguntarte si casarte con un hombre tan apegado a su madre es buena idea.


Miley podría decirle que ya había tomado una decisión sobre joe, pero se negaba a darle esa satisfacción. Además, la ponía nerviosa su actitud condescendiente.


-Yo creo que hay una diferencia entre un hombre demasiado apegado a su madre y un hombre que sabe comportarse como un buen hijo -replicó, dirigiéndose hacia la puerta para dar por terminada la conversación.


Pero apenas había tocado el picaporte cuando sintió la mano de mick en el brazo.


-No estoy intentando meterme en tu vida privada. Es que me siento en cierto modo responsable por ti.
-¿Por qué?


Cuando estaba tan cerca le resultaba difícil respirar. Había pensado que saliendo con otro hombre olvidaría la estúpida atracción que sentía por su jefe, pero... el sueño había durado poco.


-Supongo que porque no eres el tipo de mujer dura y sofisticada que puede controlar...
-¿Sus emociones, su vida amorosa?
-No he querido decir eso -suspiró Nick


Miley oía el viento golpeando las ventanas del hotel, cada vez con más fuerza.


-Puedo cuidar de mí misma, muchas gracias. ¿Vamos fuera para ver qué está pasando?
Tenía que alejarse de él. Estaba demasiado cerca. Y cuando estaba demasiado cerca podía recordar cada línea de su cuerpo desnudo como lo vio aquella noche, tantos meses atrás.


Podría empujarlo, pero tenía la sospecha de que si lo tocaba no sería capaz de apartarse y su secreto quedaría al descubierto. Si lo tocaba, acabaría desabrochando los botones de su camisa para acariciar la piel dura y caliente...


-Tienes razón -dijo Nick, abriendo la puerta-. Si nos quedamos aquí mucho tiempo, seguramente mandarán alguien a buscarnos.


Miley entendió entonces aquella extraña invasión en su vida privada.


Aquella noche, cuando llegó borracho a la oficina, se había forjado un lazo entre los dos. Ella lo ayudó entonces y quizá él intentaba ayudarla para devolverle el favor. Solo era eso, solo por eso mostraba interés en su vida.


Cuando volvieron al vestíbulo, todos los clientes estaban esperando, angustiados. 


Enseguida se vieron rodeados de gente que hacía preguntas y Miley se dejó llevar a una esquina por dos señoras mayores.


-El huracán se aleja, ¿verdad? -preguntó una de ellas.


Miley miró por encima del hombro y decidió que prefería a las hermanas Norton antes que a las señoras enjoyadas que no dejaban de quejarse porque el huracán, sin ninguna consideración, les había arruinado las vacaciones.


Nick estaba diciéndole a todo el mundo que podían ocuparse en cerrar las contraventanas de todas las habitaciones para evitar que el viento rompiera los cristales.


-¿Oyes eso, Mattie? ¡Se ha declarado la guerra! -exclamó un anciano, con aspecto de militar.
-Es un huracán. No es lo mismo, querido.


Entonces todos se lanzaron a una discusión sobre las privaciones durante la guerra y Miley sonrió. Mejor, al menos así estarían ocupados en algo.


Nick se acercó para decirle que iba a salir con algunos empleados porque tenían que clavar las 
contraventanas de fuera.


-Con Miley están en buenas manos -le dijo a las hermanas Norton, que no eran tan mayores como para que no les brillasen los ojitos al mirarlo.
-Claro que sí -sonrió Gracie-. Hemos tenido suerte de que su mujer y usted estuvieran de vacaciones aquí. Menos mal que tiene tiempo para venir a comprobar el funcionamiento de sus hoteles personalmente, ¿verdad, Edie?
-Desde luego -asintió su hermana-. Además, son una pareja muy atractiva.


Ella abrió la boca para protestar, pero vio el brillo de advertencia en los ojos de nick..


-Te dejo un momento, cariño, pero no te preocupes. Volveré enseguida.


Miley se disculpó con las dos ancianas y lo siguió hasta la puerta.


-¿A qué juegas?
-No me parece diplomático contarle a mis clientes la razón por la que estoy aquí. Un escándalo no le haría ningún bien al hotel.
-Pero podrías haber dicho que soy tu secretaria, que has venido para...
-¿Para qué? Si no es un viaje de negocios, ¿qué es? ¿Quieres que piensen que estamos teniendo una aventura?
-¿Piensas que esta gente creería que...?
-Probablemente -asintió él-. Si no nos creen marido y mujer, pensarán que estamos aquí para pasar un buen rato
-Pero los empleados saben quién somos.
-Y están entrenados para no hablar de la vida privada de nadie. Miley, las hermanas Norton están mirando hacia aquí, ve a hablar con ellas. Pertenecen a una generación que cree en el romance. ¿No es maravilloso en una época de sexo sin ataduras y relaciones sin compromiso?
-Tiene gracia que digas eso precisamente tú --replicó ella.


Pero no pudo seguir hablando porque nick inclinó la cabeza para buscar sus labios.
Y los labios de nick jonas sabían a gloria. La apretaba con tanta fuerza que sus pechos se aplastaban contra el torso masculino.


-¡Nick!
-Nos veremos más tarde, cariño.
-Pero...
-¿Me esperarás? -sonrió él antes de alejarse, dejándola temblando como una hoja.


Miley tuvo que sonreír cuando las hermanas Norton la felicitaron por tener un marido tan guapo y tan cariñoso. ¡Si supieran la verdad!


Casi se sintió aliviada cuando un golpe de viento arrancó unos arbustos y los envió rodando hacía la playa, con la consiguiente alarma de los clientes.

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